Tres lecciones que aprendí o re-confirmé con el libro La lección de August y por qué llegué a estas conclusiones.
La calma y la urgencia está en mí.
Mientras sufrimos por cómo los demás nos perciben o están sufriendo nuestra interacción, ellos están luchando con sus procesos internos. Eso es una verdad universal. Que la vida no se trata de lo que la gente “nos hace”, sino de cómo nosotros percibimos sus acciones y tenemos la decisión y responsabilidad de cómo queremos reaccionar. O que no hay ninguna persona que sea capaz de arreglar nuestros días si nosotros no tenemos voluntad de querer hacerlo.
La lección de August es un libro (que también es una peli famosa) que te deja pensando, más allá de cómo vive su protagonista, de lo que significa para el resto tener que convivir con ello cuando también están batallando con sus demonios o problemas. Me encanta que la historia esté narrada desde distintos personajes porque te da mucho sobre esto.
Sin quitarle crédito a la condición de August, lo que más me interesó fue justo cómo él mismo va entendiendo todo e, incluso, se vuelve súper empático y no solo lo espera de vuelta.
La verdad es que no tengo muchas citas -para no decir ninguna- exactas del libro, solo tres lecciones que me dejó el libro como conclusión y hoy puedo compartir.
La lección de August
Sentirnos queridos y amados comienza en nosotros mismos.
Si nosotros no podemos ver lo valiosos que somos como seres humanos, es difícil que podamos creerlo cuando alguien más lo diga. Porque al final no se trata de que otros lo vean, sino de que tú puedas ser consciente de ello.
Cada persona está transitando su propia batalla personal y viviendo sus procesos. Be kind.
Esto, sobretodo, porque aunque estemos enfocados en cómo los demás pueden ayudarnos, muchas veces no nos damos cuenta que ellos también deben estar atravesando ciertas situaciones que puede que los tengan enfocados en eso.
Cada uno va a tener su percepción del dolor y las cosas que le importan. No hay problemas, batallas o retos, mejores o peores que otros, ni punto de comparación. Cada quien siente desde su percepción.
En lo personal, a veces me pasa mucho minimizar mis problemas o las cosas que me importan porque siento que los problemas de mis amigos o personas cercanas son mucho mayores, y la verdad es que no puede ser así. Cada quien tiene sus condiciones, procesos y hasta privilegios y deberíamos hacer lo mejor que podamos con lo que contemos.
¿Ya leíste este libro o viste la película? ¿Qué te dejó?
Recuerda que puedes leer otras lecciones de otros libros aquí.