Pensamientos, memorias y suspiros sobre la Colonia Tovar el día que por fin la conocí.

Iglesia-San-Martin-de-Tours-Colonia-Tovar
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos, 
...
No te rindas - Mario Benedetti

Destapé una birra para evocar recuerdos de La Colonia y ver si por fin puedo plasmarla en mi cuaderno. Si logro dedicarle más que un par de líneas. Es la segunda vez que me pasa que deseo tanto tanto ir a un lugar y cuando lo logro me quedo sin nada que decir sobre él. Y no se trata de que llene o no mis expectativas, se trata del huracán de emociones que arrasa con mis palabras. Aunque suene a balada intensa de soundtrack de telenovela.

Colonia-Tovar-Aragua-Venezuela

Esta es, por lo menos, la cuarta vez que lo intento y ya hace un mes que fui. Culpo también a mi falta de voluntad para elegir escribir sobre otras ocupaciones. Escribir en serio y no solo un par de frases como lo hago últimamente.

Y me distraigo. Una y otra vez entre el celular y la cerveza. Y la “inmortalidad del cangrejo” o “la anatomía de las moscas”. Pero vuelvo y pienso que lo mío con la colonia es, como ya lo dije en Instagram, puro amor bonito, de las mariposas antes de llegar y el extrañar antes de irse.

Lo mío con la colonia es más emocional de lo que me gustaría admitir. Por un tiempo estuve obsesionada con los alemanes y aunque ya se me pasó un poco, durante esa época deseé tanto tanto ir que soñaba con eso. Nunca tuve las ganas que me llevaran a ingeniar un plan, pero mi deseo continuó ahí. Entonces, lo mío con la colonia era más que un asunto pendiente, más que no haber ido una vez a ver la final del mundial del 2014 donde, evidentemente, celebré a más no poder casi como si mi bandera fuese negra, roja y amarilla en lugar de amarillo, azul y rojo; más que no haber aceptado una invitación para celebrar un Oktoberfest allá.

La Colonia Tovar

Esperamos hasta después de haber almorzado, a eso de las dos de la tarde, para tomar la respectiva foto en la Iglesia San Martín de Tours. Foto clásica de quien visita La Colonia Tovar. Si no la tomas, no fuiste. Mi vista fue en el mejor momento. En el perfecto. Justo cuando estaba en ese punto de querer conocer tanto un lugar nuevo que ya comenzaba a generarme incomodidad no tener una experiencia que se acercara a un viaje y calmara a mi wanderlust.

La Colonia es uno de esos lugares que siempre soñé conocer. Eso ya lo dije. Y no importa lo mucho que me digan que ya lo conocía para mí ese 07 de julio de 2019 es el día en el que puedo decir que por fin paseé por ahí. Me entristece pensar que antes todo era mucho mejor porque quedé fascinada como niña amante de las princesas que va por primera vez al Magic Kingdom.

Me encantó la Colonia y no puedo dejar de decirlo. Aunque me haya dejado sin palabras para describirla. Fue todo y más de lo que esperé y no puedo dejar de pensar en el momento en el que vuelva. Además de desear que sea pronto. Mi nuevo asunto pendiente con la Colonia es pasar más de 24 horas en ella.

No tengo datos relevantes para que alguien más planeé una visita a La Colonia porque solo alguien que haya deseado tanto ir a un lugar –en este caso a este lugar- entenderá que cuando estás en una situación así no miras lo que debes ni anotas lo que quieres, solo sientes. Y eres feliz. Y no te importa si lo que vas a decir es útil para alguien más, solo quieres compartirlo. Además, todo lo que digas estará condicionado por unos lentes de ilusión que alteran cualquier realidad.

Lo mío con la Colonia sigue siendo más que un asunto pendiente. Es, de hecho, hasta considerar pasar una temporada de desconexión entre sus casitas alemanas, sus montañas llenas de vegetación y su clima divino. Lo mío con la Colonia es una relación a largo plazo que todavía está por formalizarse.