Un post para inmortalizar en este espacio la exposición sobre Dior que disfrutamos el pasado noviembre en el Cubo Negro: El Tiempo y la Moda entre Caracas y París, un homenaje a “Blue: La Vénézuelienne”, en honor a su cumpleaños el 21 de enero.
It’s quite a revolution, dear Christian. Your dresses have such a new look!
Carmel Snow
Se dice que los años 50 fueron la gran última década de la alta costura y Dior, sin duda, fue parte fundamental (sino la causa) de esto. Dior no solo revivió la alta costura después de la segunda guerra mundial, sino que trazó una parte importante de la historia de la moda en todo el siglo XX, a pesar de su corta vida en la cúspide. Hoy, recordar su vida y legado es mucho más que un tributo; es una oportunidad para reflexionar sobre cómo su arte sigue influyendo en nuestra forma de ver la moda y la elegancia.
Tenernos entre sus primeras boutiques abiertas fuera de París, habla del papel tan importante que teníamos para la época, y aunque seguro para quienes lo vivieron fue parte de su cotidianidad, para quienes miramos desde el sesgo del presente es un honor que esto haya pasado y forme parte de nuestra historia.
El año pasado (2024) durante el mes de noviembre, gracias al Proyecto Liaison, pudimos disfrutar en las instalaciones del Cubo Negro de El Tiempo y la Moda entre Caracas y París, un homenaje a “Blue: La Vénézuelienne” y su historia como representante de una de las marcas más importantes del mundo en Venezuela y luego Latam.
Hay tanto que contar de la historia de la industria de la moda, de la historia de Venezuela y de historia de la industria de la moda en Venezuela, que ojalá se puedan hacer más iniciativas como esta en los próximos años. Para amantes de la historia de la moda, como yo, ver en vivo desde diseños exclusivos, hasta recortes de periódicos de la época, fue, como dijo Carmel Snow al ver su primera colección: quite a revolution. Una mezcla de emociones.
Con el lanzamiento de New Look en 1947, Dior desafió la austeridad de la posguerra. Redefinió -aunque algunos dicen que recuperó- la silueta femenina con cinturas ceñidas, faldas amplias y una feminidad que devolvió el optimismo al mundo. Veíamos formas tipo A, Y, H y 8. Casi siempre con el acento o enfoque en la cintura, símbolo de lo femenino. Su propuesta era más que ropa; era una declaración de esperanza y un recordatorio de que la belleza podía renacer incluso en tiempos difíciles.
La vida pasa y no había podido inmortalizarlo aquí, pero hoy, en honor al cumpleaños de Dior, comparto mi visita a la exposición en su último día y aprovecho para agradecer publicamente a Aura Marina Hernández, mejor conocida como Blue, Mauro Clingg y a todos los involucrados en exponer su memoria para hacernos creer en lo mágico de la industria.
Porque tal cual como nosotros ahora mismo, Dior no solo fue un diseñador, sino también un soñador que demostró que lo imposible podía hacerse realidad. Su legado nos invita a creer en nuestras visiones, por ambiciosas que parezcan.
Dior nos enseñó que el arte no tiene fronteras y que el buen diseño puede trascender el tiempo. Hoy, más que nunca, su historia sigue inspirándonos a construir un futuro en el que lo imposible sea posible.