Otra de mis travel pills to try: viajar en autocaravana. Solo una maleta y tú
Y mi voz hambrienta no tiene miedo de cantar por siempre mi libertad
Monsieur Periné
Alguna vez he hablado de lo que yo llamo las “travel pills”, pequeñas cápsulas de aspiraciones viajeras que quiero hacer y cumplir, que quiero tomar en algún momento de mi vida. Tengo, desde vivir una temporada en un lugar donde sea seguro ir en bici a todos lados, vivir en una isla o pueblo costeño y experimentar esa vida en la que el centro de mi vida es la playa y hasta pasear en autocaravana por alguna ciudad de España, sea Galicia, Canarias o Mallorca, ¿te imaginas? Yo sí. Me la paso en eso.
Estoy frente a una persona, está hablando de cosas que no me interesan demasiado, pero por educación finjo escuchar, finjo estar ahí, mi yo educada y conectada consigo en serio quiere mantenerse presente, pero, apenas me dan un respiro, me voy. Me fui a imaginar mi próximo viaje, mi próximo sueño a escribir o sobre cómo hacer posible una de estas travel pills que tanto he journaleado.
Mi top de ellas ha cambiado con el tiempo, la lista tacha algunas cosas y agrega otras, pero cada año, dependiendo de lo que sea posible imaginar, porque si lo puedes imaginar lo puedes hacer, -gracias Einstein-, me enfoco en alguna que pueda manifestar. También en alguna con la que de repente, como quien no quiere la cosa, coincida en información. Estar suscrita a boletines de empresas o medios de viajes siempre me hace curiosear y en la línea de viajar en autocaravana, la vida me trajo información sobre Autocaravanas Gaviota y lo atractivo que es que solo tengas que llevar tu maleta porque están equipadas.
Viajar en autocaravana
What a dream. Imagina emprender un viaje en auto. Un roadtrip. Saber que puedes detenerte casi en cualquier lugar y sentirte en casa. Te detienes, sales a ver el paisaje y resulta que en el medio de la nada está el atardecer más bonito que has visto nunca. Espectacular. Asombroso. Cualquier adjetivo calificativo y exagerado le quedaría bien. Los colores no puedes ni contarlos. Azul combinado de naranjas, rosas, amarillos y púrpura. El cielo es un artista y has decidido detenerte a admirar su obra.
Resulta que se ha hecho tarde y tu y tu compañero de viaje están cansados, que vale, no importa si llegamos un día o dos tarde a nuestro destino, que no tenemos destinos, que somos libre y tenemos el tiempo para usarlo como queramos, que con solo una maleta y esta autocaravana puede sostenernos en estas vacaciones. Somos libres y tenemos el tiempo para usarlo como queramos.
Y se quedan ahí, en esa ciudad donde estaban. Desde donde el atardecer les quitó y dio libertad. Donde entendieron que cuando uno está dispuesto a recibir, todo se vuelve un regalo. El atardecer, la compañía, la libertad para decidir. Te distraes en medio de la reflexión porque ahora ha oscurecido y estás viendo más estrellas que nunca antes en tu vida.
Si prestas atención, ves constelaciones de las que has leído por ahí o que otros te han dicho que se ven desde ese lugar. Si te concentras bien, puedes ver la textura de la luna. Las líneas de vida de la luna. O, mejor dicho, los huecos de la vida de la luna.
Gracias por la inspiración, le dices al artista. Porque lo es a toda hora, porque el artista quizás está en ti y en tu manera de percibir el mundo, todo como un regalo.
Todo como un mundo de posibilidades.
Todo desde el presente.
Y vuelves a tu autocaravana.
Y te duermes.
Soñando.
Mañana será otro día de aventura.
Otro día de libertad.
Otro día de decisiones.