defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias 
Defensa de la alegría -  Mario Benedetti 

Dicen que todos los tercer lunes del mes de enero son los días más tristes de cada año, está científicamente comprobado. Para mí, la verdad, cada año –incluso cuando estoy excesivamente motivada- es como blue january. No es solo un lunes, es como todo el mes halándome a la nostalgia. La Saudade. Saudade. Una palabra portuguesa –también usada en gallego-, que supuestamente no tiene traducción exacta al español, pero que significa tener un profundo estado emocional de nostalgia. “Saudade es la presencia de la ausencia”, dicen en algún sitio web por ahí.

Esta palabra me la “pegó” mi mejor amigo y ahora la usamos con frecuencia. Ni siquiera se refiere específicamente a tus sentimientos con respecto a una persona. También puede hacer referencia a lugares, situaciones y otras variables que puedan generarte esa clase de nostalgia. Al escribirlo en Google el traductor arroja automáticamente la palabra “anhelo” y debajo te lanza un montón de sitios web que se explayan sobre la palabra para decir que es mucho más que eso.

Pero no estoy aquí para dar una clase sobre la palabra, porque soy cero experta en eso, sino para despedir a enero con su Saudade a ver si lo dejamos tras. Sí, dejamos, porque hablando con mis amigos he notado que es un sentimiento general que tenemos en el ambiente.

Ahora que I’m officially single, este blog no es mi principal fuente de ingresos y mi meta de 2020 es escribir más y más personal, puedo ser una especie de Carrie Bradshaw en pleno cierre de década, año de transición o inicio de la próxima década, cómo quiera que quieran tomar este año que es tan visualmente bonito. De hecho, creo que esa es la nueva dirección que tomará este espacio.

So, volvamos a eso del Blue January.

Los inicios de año siempre son difíciles. Lo son desde que tengo memoria “adulta” o “pre-adulta”. Para mí siempre es como un blue january y no es que ande deprimida todo el mes o promoviendo tristeza, es que en enero uno se mueve entre lo que quiere hacer en el año, sus expectativas y la realidad que nos pone a veces un stop o nos genera demasiada incertidumbre. Y en ese proceso uno se repiensa muchas cosas.

En enero sentamos las bases de unas resoluciones que estamos motivados a cumplir y aunque esto no es común –y es una recomendación personal- no se autoflagelen si terminan el año y resulta que no fue así. No por conformismo, sino porque debemos estar enfocados en dar siempre lo mejor de nosotros mismos y si eso es así, no importan las resoluciones que no cumpliste, quizás no sea el momento para muchas de esas cosas. Lo bueno será siempre que te esforzaste lo más que pudiste y fuiste tú mejor versión. Siempre y cuando de verdad haya sido así.

Después del vuelco que dio mi vida profesional –y emocional- el año pasado, creo que, como ya dije, este espacio será Michelle and the city. El 2020 será un año espectacular para conocerme a mí misma y crecer- y crear- mucho. Para ello es probable que escriba mucho y publique un tanto. El año pasado escribí demasiado a comienzos y a mitad de año lo dejé y sólo lo hice de vez en cuando. Espero este año pueda mantener el hábito de una vez por todas. 

Creo que me plantearé hacer al menos un post intersemanal a modo de desahogo. Porque siento que tengo muchas cosas que expresar ahorita mismo y porque… ¿por qué no?

Termino este Blue January de luto. Pasando un duelo que comenzó hace más de dos años. Justo en noviembre de 2017 cuando a mi abuela le diagnosticaron Alzheimer. Este 22 de enero, después de una semana hospitalizada, murió. Y no me siento tan mal como lo sentía cuando pensaba en ese momento. Creo que precisamente por eso de que antes estaba todo el tiempo pensando en que eventualmente tendría que pasar por este momento. Cuesta imaginarse que ya no está, pero es que ya no estaba. De hecho, el mismo 21 de enero escribí sobre sentir que su ida estaba cercana y en el primer post de este año recalqué que ella cada vez estaba menos con nosotros.

De cierta forma, venía preparándome para esto. Sí, desde hace dos años. Desde aquella tarde en la que por primavera vez no se acordaba de mi nombre y rompió a llorar. Desde los muchos “no sé qué me pasa” que luego se volvieron silencios. Desde comparar las fotos de hace años con las de la actualidad y ver cómo envejecía. Sí, es un duelo que llevo años trayendo conmigo y ahora por fin puedo asumir y superar. Aunque las muertes no se superan del todo, pero you know what I mean.

Para finalizar con lo de Saudade les comparto extractos de un artículo que la explica que me gustó mucho:

“Saudade es sentir ese vacío que produce la distancia de la persona amada, esa llama que arde en nuestro interior y que nunca será apagada… El profundo viento que nos aviva el recuerdo de nuestra tierra o la melancolía procedente de saber que algo o alguien puede que no vuelva a nosotros.

Saudade es la presencia de la ausencia. El anhelo de algo o alguien que recordamos con cariño pero que sabemos que será difícil volver a experimentar. Un profundo estado emocional que mezcla las tristezas con los afectos para dejarnos el sabor agridulce de lo que nunca llegará, aunque mantengamos la esperanza.

(…)

Ninguna palabra en castellano es capaz de recoger al mismo tiempo el sentimiento procedente del recuerdo alegre que también duele.

(…)

Más que algo concreto, esta palabra atesora una colección de emociones y sensaciones que evocan a lo remoto desde las sensaciones del presente. Una esencia que Manuel Melo, escritor portugués describe como ‘bem que se padece y mal que se disfruta’ (bien que se padece y mal que se disfruta.

(…)

A pesar de que Saudade sea identificada como nostalgia o melancolía, la fragancia de su esencia trasciende las paredes de este significado. Sentirla no solo es echar de menos, sino también trascender de ese sentimiento para tomar conciencia de la importancia que han tenido determinadas personas y momentos en nuestras vidas. Saber que nada será igual al instante interior y las vivencias compartidas.

(…) Saudade es el punto de encuentro entre la alegría del recuerdo y la tristeza de la ausencia.

(…)

La saudade duele pero implica felicidad a través de una de sus aristas porque al sentirla, trascendemos lo que sentimos. Vamos más allá para recordar la felicidad y sentir la tristeza sabiendo que es imposible recuperar la sensación que un día nos fue placentera.”

Adiós, blue january! Adiós, Saudade!