El día que despedimos a Giselle de Rack my world.
“El exiliado mira hacia el pasado, lamiéndose las heridas; el inmigrante mira hacia el futuro, dispuesto a aprovechar las oportunidades a su alcance.” Isabel Allende.
J tiene la teoría de que irte del país es una forma de morir. ¿Trágico? Sí. ¿Dramático? Sí. ¿Exagerado? Un poco. ¿Negativo? Aún más… pero tiene un poco de razón. O al menos parte de la teoría parece atractiva a la sabiduría.
Para el año 2016, casi dos millones de venezolanos habían emigrado en lo que respectaba a los últimos 17 años según el sociólogo Tomás Páez. Nosotros nos preguntamos ¿Cuántos de ellos han vuelto al país? O ¿Cuántos de ellos pueden volver con regularidad? Peor aún, ¿Cuántas familias pueden viajar a visitarlos? ¡Hay tanta diferencia entre viajar por placer y emigrar!
La verdad es que para el Gobierno la migración es otras de las cosas que inventó la oposición para tener algo más que reclamarles. Algo así como la escasez, la inseguridad y toda la crisis humanitaria que atraviesa al país.
Lo cierto es que no todos los venezolanos que emigran tienen la posibilidad de volver a ver a sus familias y eso, para J, es una forma de morir. Claramente en la mayoría de los casos emigrar es una elección muy personal y totalmente voluntaria. En algunas oportunidades hasta el hecho de quedarse ilegal en otro país también es absolutamente deliberado.
No importa cuánto avance la tecnología ni cuán cerca se pueda sentir a alguien a través de una video llamada, el tiempo de calidad que pueden compartir las personas en físico forma la mayoría de los recuerdos que vas a tener de esa persona y, al irte lejos, se acaba.
Otro de los argumentos de J es que mientras estás fuera tus padres envejecen, cambian, y hasta se pueden enfermar. Una cámara no es suficiente para notar todos los cambios. Además, desapareces en cuanto se termina la sesión. Estás, pero no estás. Es una idea de ti.
La migración no es solo un fenómeno venezolano
Y esto no solo pasa en Venezuela. Para el 2015 más de dos millones de sirios y libios estaban radicados en Turquía, un tercio de la población libanesa provenía de Siria y más de cuatrocientos mil habían conseguido llegar hasta Europa. Específicamente a Italia y Grecia.
Lo mismo pasa en el triángulo norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) y en México. País que no sabemos si por fortuna o desdicha está al sur de Estados Unidos. La actividad en la frontera de estas naciones es increíble. Tanto por los miles que emigran día a día, como por la delincuencia tan brutal que las asecha.
Hasta pronto, Rack my world
Este lunes 22 J conoció y despidió a Giselle, la blogger de Rack my world, y con quien he establecido una amistad a pesar de habernos visto apenas par de veces en nuestras vidas.
Pensé que iba a hacer un inoportuno comentario sobre su teoría, pero no lo hizo. Debo disculparme con Giselle por darle tan malas vibras a nuestro encuentro -que más bien fue súper agradable y risueño-, pero me pareció oportuna la reflexión sobre lo que significa emigrar para mi novio y cómo se vuelve triste la idea del progreso en otro país.
Giselle se fue a Buenos Aires con deseos de volver –como muchos venezolanos-. Sin ningún tipo de prejuicio, sino más bien alegres de que vaya en búsqueda de nuevas oportunidades, le deseamos todo el éxito del mundo porque el talento que tiene brillará donde quiera que vaya.