Gabriela Alvarado: su carrera, sus pasiones y el cordón umbilical que la ata a sus diseños.

«Un buen couturier debe ser arquitecto de la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida»
Cristóbal Balenciaga.

Con el trabajo a la medida te involucras a una profundidad increíble con el cliente. Tú sabes desde el zapato que va a usar para acompañar la pieza, hasta si tiene problemas. Te enteras de todo. En cambio, cuando haces una prenda prêt-à-porter no sabes quién lo compra ni si el vestido le queda bonito o no. Tú no tienes control absoluto. Cada quien lo va a llevar de la manera que considere y de cierta manera eso también es bonito.

A veces hay sorpresas. Algunos días corres con la suerte de que tu clienta inventa y el resultado te asombra de forma grata. Como esa vez que combinaron uno de sus vestidos románticos con unas medias pantys amarillas y le dieron un vuelco completo a la pieza. Fue algo arriesgado que funcionó, gracias al cielo.

Pero Gabriela Alvarado es de las mujeres a las que, aun llevándose sorpresas, les gusta tener el control. Por mucho que quiera ceder y expandir su marca, le encanta conocer quién va a llevar sus diseños, sus bebés. El cordón umbilical del “a la medida” aún no se ha desprendido de ella. No es para menos, porque, aunque todo le gusta, la relación directa con el cliente es la parte del diseño que más disfruta. Allí es cuando se involucra más como creativa y como persona.

El taller de Gabriela Alvarado

Sobre el escritorio de la diseñadora graduada en el 2007 del Instituto Brivil, hay muchas cosas. Hay lápices y marcadores, hay retazos de tela y un cuaderno que resulta ser la extensión de ella. Al llegar a su taller en Chuao, lo primero que hace es revisarlo para acordarse de todas las citas que tiene en el día. Es fanática de anotar todo y es una filosofía que promueve en su equipo de trabajo.

Después de darle la bienvenida a un nuevo miembro, lo siguiente que hace es regalarle un cuaderno y contarle cómo es que debería anotar todo lo que se le ocurra. Técnicas, ideas, trabajos, todo. También suele explicarles cómo es que en el taller todo parece corresponderse con la famosa frase de José Saramago: El caos es un orden por descifrar.

Todo tiene su lugar, aunque parezca estar desordenado. Y es que el que ha trabajado en atelieres sabe que nunca pueden estar perfectamente organizados. A pesar de ello, cada costurera deja en pulcro estado su lugar de trabajo antes de irse a las cinco y media de la tarde. Casi como si nunca hubiesen estado allí.

En Gabriela Alvarado Couture todos son una familia. Almuerzan y Meriendan juntos. Excepto cuando a Gaby le da la hora de la comida en la calle y son las doce y media sin que ella llegue. Ahí es cuando le mandan un mensaje preguntándole si la esperan o, definitivamente, no va a llegar. De resto, todos los días a eso de las doce todo el equipo está almorzando.

De comunicadora política a Diseñadora

Antes del prêt-à-porter, los diseños a la medida, el trabajo en Durant y Diego y cumplir el sueño de graduarse en Brivil, Gabriela se licenció como Comunicadora Social de la Universidad Santa María y ejerció por algún tiempo su carrera en el área política. No le gustó. Se negaba a compartir su día a día con la forma de hacer política en Venezuela. Por eso se inscribió en el Instituto de Diseño Ambiental y Moda apenas pudo.

Desde que era una niña y su mamá le hacía hasta cuatro disfraces cada Carnaval supo que le gustaba el trabajo más manual, más íntimo, más personalizado. Cualquier cosa que ella pensaba su madre se la podía hacer y eso era como magia. Quizás un poco de esa magia infantil se traslada a la actualidad al momento de crear sus piezas.

No se puede contar la misma historia varias veces porque no sería especial y la gente quiere sentirse única.

Antes de su graduación en el 2007 confeccionaba piezas para ella y sus amigas. Algo muy inofensivo e ingenuo. La experiencia de cómo funciona un taller se la dio el tiempo que estuvo como Diseñadora en la marca Durant y Diego. Después, en el 2014, fundó su atelier oficialmente.

Cada diseño de Gabriela tiene su propia vida. Ella sabe que, tal como lo dijo Alessandro Michele para Vogue México, “una gran historia alrededor de un vestido hace que mates por él”, y al momento de diseñar se imagina la ocasión, la hora, el clima y toda la escena en donde se va a ubicar su pieza.

De ahí viene, un poco, su recelo hacia el prêt-à-porter. Si hay demasiados números de una sola prenda, se pierde la exclusividad que ella busca en cada diseño. No se puede contar la misma historia varias veces porque no sería especial y la gente quiere sentirse única. Ante todo lo que vivimos en el país, que un vestido te dé la sensación de satisfacción es un regalo.

Lo personal

Gabriela es una mujer sencilla, a veces medio hippie. No está pendiente de su aspecto personal más de lo necesario. Usa el pelo medio largo, a veces ondulado, a veces riso, a veces liso. Él decide cómo estar y ella muy poco le lleva la contraria. Esto no quiere decir que no se arregle para ocasiones especiales y también lo disfrute.

No tiene ningún complejo con sus treinta y tantos años, entre tantas cosas, porque luce como si tuviese diez años menos. Su contextura, aspecto y actitud jovial es cuestión de metabolismo y genética, porque no hace nada de ejercicio. La mejor herencia que puede tener. Es un poco gruñona, caprichosa y hasta cierto punto malcriada. Quizás por eso de que es hija única dentro del matrimonio de sus padres.

Ama los olores y siempre compra fragancias nuevas. Sus favoritos son los cítricos o frutales. Así no tenga ninguna cita, es adicta a echar algún splash en el taller y sentir cómo se renueva el lugar. Su manera de hablar es pausada, pronunciando, explicando y cuidando todo lo que dice para expresarse de manera casi perfecta.

Nunca cambia de cartera porque su rutina consiste en ir al taller y ahí nadie ésta pendiente de si le combina o no. Además, siempre que uno cambia de cartera, algo se le queda y no se puede dar ese lujo.

No es una de las diseñadoras que se dedican a hacer vida social en la industria. Es, más bien, de pocos, pero buenos amigos de toda la vida. De las que poco vas a ver en redes sociales porque prefiere que sus vestidos hagan el ruido. Es de las que llega tarde a las reuniones familiares, porque su cuota de responsabilidad la cubre toda con sus tareas del taller.

Su otra pasión es el arte, si no se hubiese decidido por estudiar diseño, hoy tendríamos una artista plástica llamada Gabriela Alvarado. Proyecto que aún no descarta y sabe que no la dejará de lado por el resto de su vida.

La amante de los postres y los animales

Lo otro que pudiese ser es Crítica de cocina o Catadora de postres. Gabriela se declara amante del dulce. Prefiere que le regalen bombones en lugar de zapatos o carteras. Se conoce todas las panaderías, pastelerías y cafeterías de Caracas. Desde San Bernardino hasta La California, pasando por Los Palos Grandes y La Trinidad, te puede contar dónde se come el mejor pie de limón o la más deliciosa pasta seca.

Y si te consigues a una mujer en plena lluvia recogiendo a un gatito, quizás sea Gaby que se ha conmovido y decidió adoptar una nueva mascota para unirla a sus dos gatas: Juana y Florencia. Ellas son sus dos hijas, por ahora, hasta que se decida a empezar con su cuenta de dos o tres hijos, porque es mejor que sobre y no que falte, y ser hijo único es muy aburrido.

El futuro cercano

Gabriela Alvarado en su faceta de diseñadora, quiere expandir su taller así tenga que prescindir de su oficina. Su sueño es tener un equipo enorme de trabajo donde todos se sientan como en casa, tal como lo ha estado promoviendo todos estos años.

Su próximo trabajo consiste en, más allá de crear una nueva colección, aprender a desprenderse un poco más de sus piezas. Ser menos controladora. Terminar por fin con ese cordón umbilical que la ata a ellos para poder expandir la marca hacia otros terrenos internacionales.

Un lugar, una palabra

Italia: Florencia

Rusia: Fiestas

Alemania: Estructurado

Francia: Arte

Estados Unidos: Demasiado condimento

Latinoamérica:  Bulla, vida

Entre gustos y colores:

Un lugar: Mi casa

Un libro: Rebelión en la granja y El señor de las moscas

Una canción: Luna de margarita – Simón Díaz

Un icono: Madeleine Donnet, Jimi Hendrix, James Brown

Una época: Renacimiento o principios del siglo XX

Una palabra: FUTURO

Un color: Fucsia

Un olor: cítrico o los frutales

Una película: Salò o le 120 giornate di Sodoma, ciudad de dios y la quimera de oro

Una frase:

¡Pa’ lante!