
Aunque sea difícil recordarlo, es nuestro trabajo lo que crea el mercado, no el mercado lo que crea
nuestro trabajo. El arte es un acto de fe y el modo de practicarlo es haciendo arte.
Julia Cameron
Creo que aún no puedo poner en palabras lo que viví este día gracias a Yenny Bastida. Ahora que han pasado casi dos semanas, me siento frente a mi computadora con café venezolano de un lado, Cayiao de fondo, bajito, para no competir con lo que quiero evocar en mis memorias, y me dispongo a escribir.
Pienso, también y no sé el por qué, en Cortázar y una frase que me acompaña desde hace algunos años: “Escribir. Pero tal vez no directamente: los acontecimientos necesitan un poco de tiempo para volverse palabra. Como si su sentido, e incluso su forma, debieran recorrer un largo camino interior antes de encontrar su cohesión.”
Y es que ver Cambur Pintón en el Centro Cultural de Arte Moderno mientras tocaba Cayiao en vivo ha sido una de las experiencias más bonitas que he vivido en la moda venezolana en los últimos años y siento que tenía que integrarlo con calma para inmortalizarlo aquí.
Para nadie es un secreto que estuve alejada de esta área en Venezuela y que he estado volviendo a mi ritmo y tiempo. Pero este evento se sintió como una reconciliación definitiva con la moda en este país. La que estamos cosiendo desde nuestro interior con las manos y el alma.
El cuatro y el “cambur”: tan nuestros

Esta experiencia sensorial y de reconexión solo puedo agradecerla a Yenny Bastida y a todas las mentes y manos que forman parte de su equipo y aliados.Cuando entré y vi a las modelos cuan obras de arte me dije: estos son los momentos por los que vivo. These are the moments I lived for. Literalmente fue lo que me vino a la mente.
La colección está inspirada en el instrumento musical de cuatro cuerdas que “es la base rítmica y melódica de los géneros que nos identifican como país.” Porque el tema no está, como comunica la misma Yenny, dónde se originó, sino de cómo lo hicimos nuestro. Tan nuestro que desde el 2013 es Patrimonio Cultural de la Nación. Así como somos los únicos que le decimos “cambur” al plátano, banano o guineo.
En cada diseño se puede ver cómo se aterriza la paleta de colores y texturas que percibimos en el instrumento. Cómo desde tradiciones milenarias como el taraceado (técnica de incrustación de diferentes materiales en una superficie, generalmente de madera, para crear diseños), que se han transmitido -y transformado- de generación en generación se visten siluetas femeninas en “materiales que ofrece nuestra tierra”.
Cambur pintón de Yenny Bastida: moda con propósito, alma, vida...

Cambur Pintón nombra una colección que me hace pensar que la moda que yo quiero ver, consumir y difundir en Venezuela es posible. Esta es la moda que yo quiero usar. Es la que quiero comunicar. La que quiero que el mundo entero conozca. Me inspiró tanto leer al final del texto en la pared que describe la colección “nuestro ADS no es negociable. Es una promesa”. Si vamos a crear más ropa, si vamos a consumir más, que sea algo lleno de tanta vida. De alma. De manos y mentes benditas.
Porque sí, esta es la moda que yo quiero que se haga en este país.Y no hablo de que se haga el mismo estilo estético. No. Hablo del trabajo artesanal, del reconocimiento de nuestra herencia cultural. De dejarlo todo en la cancha por ese ADN. Tal como lo está haciendo Yenny Bastidas.
Gracias, Yenny, por hacerme creer que es posible. Que la moda consciente, cultural y llena de sentido ha existido, existe y seguirá creciendo si seguimos poniendo el foco en lo que importa. Que se bendigan las manos y mentes de todas las personas que participaron en esta colección y en todo lo que viene para la marca.
Hoy puedo decirlo con certeza: estoy, quiero y necesito estar de vuelta en la difusión de la moda y el diseño venezolano después de haber presenciado esto.


