¿Dónde quedarse en San Felipe, Yaracuy? Nosotros probamos con la Posada Granja Momentos

El problema es que el silencio es un error de la naturaleza. Comí, Martín Caparrós.

A las seis y media de la mañana amanece en la Posada Granja Momentos de San Felipe, en el estado Yaracuy. En lo que podemos considerar la falda de alguna parte del extenso Parque Nacional Yurubí. El lugar es una clase de Parque de la Exótica Flora privado. Tiene incontables especies de plantas que sólo aprendes a identificar y diferenciar conforme van pasando los días ahí.

Escribo mientras a lo lejos o no tan lejos suena la cascada de agua de manantial que adorna la piscina de la posada. El único ruido del lugar es ese del agua caer y correr. O correr y caer. Se respira tranquilidad. Se ha disipado la confusión que sentimos el primer día, cuando acabábamos de llegar y nos recibió el nuevo recepcionista, que sólo tiene una semana y aún anda un poco nervioso.

La salita de la casa principal se ha convertido en mi lugar predilecto y favorito para estar. Pude haber pasado las noches leyendo si la demanda del descanso no hubiese sido protagonista del viaje. Su mesa cuadrada baja sostiene varios libros editados por Banesco que reflejan el país que somos y queremos ser. Gente que hace escuela y Nuevo país musical fueron algunos de los textos que revisé, porque no me atrevo a sacar ninguno del pequeño estante que adorna una esquina.

Hoy es jueves y el jardinero está regando todas las plantas, así que quizás haya amanecido un poco más temprano y no lo noté. Ayer noche el jadeo desesperado de alguno de los perros me sorprendió e hizo salir del libro en el que estaba. Acto siguiente se escucharon ruidos como de puertas de carro cerrándose. Pero sonaron más veces de las que puertas tiene un carro. No me asomé. La curiosidad no ganó. Minutos después, los perros entraron en la casa aullando, llorando, jadeando y ladrando. Todo a la vez. Demás está decir que me fui a acostar. Fue la única algarabía que sentí durante la estadía.

La Posada Granja Momentos existe desde 1997 con los valores que la hacen pertenecer al Circuito de la Excelencia, grupo que reúne a las mejores posadas del país. Cuenta con ocho habitaciones dispuestas a cubrir todas las necesidades de sus huéspedes. Especialmente la del descanso, relajación y tranquilidad.

Nosotros ocupamos las dos primeras de la posada, las de la casa principal: Boraure y Yumare. Por la mañana, los parques, el centro, las empanadas en Giro, los ríos, el calor de hasta 39° según el indicador del carro, las perdidas con Waze; por la tarde, los libros, el sonido de la cascada, la siesta, las naranjas, mandarinas y mangos de la Posada; por la noche, dormir en casi completo silencio; por la noche, el agua dejaba de correr y caer para dar paso al sonido de los animalitos de la oscuridad. Al amanecer, recibíamos pajaritos.

En el restaurant comimos solo el primer día. A pesar de la situación del país y escasez de algunos productos, todo lo que pudimos probar estaba exquisito. La sazón no entiende de carencias. Fue el único que logramos visitar de los que integran la Ruta Gastronómica “Yaracuy, tierra de mágicos sabores”. Fue una de las cosas que más nos gustó de la Posada Granja Momentos.