Retomé el yoga gracias a la presentación de la nueva línea Capital Soleil de Vichy.
“El sol sólo miente cuando se queda escondido entre las nubes.” El vértigo de la libélula, Rocío Biedma
Mi primera clase de yoga fue en el 2013. Para empezar, Daniela y yo llegamos tarde y nos teníamos que ir temprano. Aun así, llegamos, tendimos nuestras toallas –no teníamos mat- y nos quitamos los zapatos.
Desconocíamos totalmente el lenguaje yoga, pero tratamos de incorporarnos al grupo y su rutina. Respiramos, estiramos, dimos las gracias. Sentimos la textura de la toalla en nuestros pies. Cerramos los ojos…
“Posición del perro”, dijo el profesor, suplente del real. No sabíamos hacerla, pero imitamos a una mujer que estaba delante de nosotras. Nos miramos las caras, con complicidad y expresión de ¿qué hacemos aquí?
Pasamos cinco minutos en la posición del perro. Por 300 segundos estiramos nuestras piernas y espaldas mientras intentábamos respirar una vez por minuto y no por segundo. Volvimos a la posición básica y no nos habíamos acostumbrado a la idea cuando todos volvían a hacer la posición del perro. Los imitamos.
De nuevo más minutos de los que podíamos soportar estirando la espalda y las piernas. Otra vez respiramos como cinco veces antes de que todos los demás lo hicieran por primera vez. No entendíamos nada. Esa clase no nos daba paz ni era divertida como el yoga del Wii Fit.
A las once teníamos que irnos. Llegamos a las nueve y media. Para las diez y cuarenta no habíamos salido de la posición del perro y nuestra respiración no mejoraba. Fue mi primera y última clase de yoga hasta el 2016.
Cuando me enamoré del yoga
El año pasado lo volví a intentar. Con insistencia de una amiga, llegué a las siete de la mañana al Estadio Olímpico de la UCV con ropa de deporte. Le había pedido una toalla a Stefany porque con la apuradera de salir, lo había olvidado –después de mi última experiencia con el yoga, nunca compre un mat-.
Llegué unos minutos tarde, de nuevo, pero el ambiente se sentía distinto a mi primera vez. A diferencia de ese día en el 2012, esta vez no había más de diez personas en la sala incluyendo a la profesora. La mañana estaba fresca y había musiquita relajante de fondo.
Tendí mi toalla, me quité los zapatos, el reloj, me recogí el cabello. Me senté imitando la posición de todos –poco después me enteraría que se llama “flor de loto”- y cerré los ojos. Al poco tiempo comenzó la clase y entendí what yoga means.
No describiré todo lo que hicimos en la clase, porque no viene al caso, pero salí fascinada. Seguí a YogaGirl en Instagram, empecé a averiguar para comprarme un mat, y estaba ansiosa porque fuese martes de nuevo.
Por aproximadamente dos meses no me importó despertar antes de la cinco de la mañana para ir a la Universidad. Cuando terminó el semestre terminó mi constancia con el yoga y no volví a hacerlo hasta hace par de semanas.
Desde que comenzó el año había querido retomar, no había podido hasta que Vichy Venezuela nos invitó a una clase de Yoga.
Vichy presenta Capital Soleil
Una mañana de lluvia fuimos a la Hacienda La Trinidad a una clase de Yoga llevada a cabo por la profesora Andrea Pinto gracias a Vichy Venezuela. El evento había sido pospuesto unas cuantas semanas debido a la situación del país, pero de nuevo el venezolano trabajador se las ingenió para trabajar mientras se lleva una lucha.
No faltaron los comentarios y las stories de “Yoga antes de ir a marchar” y los uniformes de “protesta” entre todos los que fuimos. A las diez y media de la mañana –después de que salimos unos minutos en vivo por Alestilo Radio- comenzó la clase que me hizo retomar el yoha.
La lluvia no nos dejó terminar, pero al menos me di cuenta de lo mucho que me hace falta el yoga. Después de secarnos e intentar arreglarnos, por mi parte sin mucho éxito, nos explicaron el leitmotiv de nuestra cita –además de la clase de yoga-: Los nuevos productos la línea Capital Soleil de Vichy.
La idea de toda esta propuesta es aportar toda la protección solar que necesitamos. Evidentemente, a partir de las necesidades y el estilo de vida de cada persona, hay un producto para cada uno. Desde la simple protección contra los rayos del sol, hasta la presentación especial para niños.
Capital Soleil tiene distintas presentaciones según cada necesidad. Tiene barritas super compactas, hasta formatos más grandes. También, según cada tipo de piel tienen hasta seis productos. Es una línea para toda la familia desde niños hasta adultos ¡y hasta hombres! Porque nadie se escapa de los daños de los rayos del sol.