Más que una reseña, las lecciones que aprendí del libro La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero
"Sea lo que sea aquello que pienses que puedes hacer o que creas que puedes hacer, empieza. La acción tiene magia, gracia y poder en sí." Goethe
“Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos, y con ello me refiero a la muerte de mis seres queridos”, pocas frases me han hecho identificarme tanto como esta con la que comienza La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero.
He atravesado los duelos más importantes de mi vida a través de frases, fragmentos y libros que describen mis emociones mejor que yo misma. Textos que me han servido de muletas para andar, de traductores para comprender y de porristas para continuar. Este es uno de los que me hubiese gustado leer en esos momentos. O, quién sabe, en algún momento será parte del repertorio doloroso pero seguro.
Lo que comenzó como un encargo de trabajo para Rosa Montero se convirtió en un libro que desdibuja la línea entre la época de Marie Curie y la nuestra: el duelo, el feminismo y el amor. “Son páginas que hablan de la superación del dolor, de las relaciones entre hombres y mujeres, del esplendor del sexo, de la buena muerte y de la bella vida, de la ciencia y de la ignorancia, de la fuerza salvadora de la literatura y de la sabiduría de quienes aprenden a disfrutar de la existencia con plenitud y con ligereza.” (Planeta de Libros).
Para mí, fue pasearme entre las muertes que han sido importantes para mí. Sí,eso que conforman los momentos más implacables de mi vida. Mis muertos. Mi gente. Los que se llevan un pedazo de ti y dejan a la tierra con un pedazo menos. Creo que alguna vez escribiré con profundidad sobre los -y mis- duelos. Por ahora me limito a compartir las frases que me marcan de cada libro con el que me topo.
La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero (frases):
Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos, y con ello me refiero a la muerte de mis seres queridos.
El verdadero dolor es indecible (…). Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la #Palabra.
Eso es lo primero que te golpea en un duelo: la incapacidad de pensarlo y de admitirlo.
Yo ahora sé que escribo para intentar otorgarle al Mal y al Dolor un sentido que en realidad sé que no tienen.
Los humanos no sabemos qué hacer con la muerte.
Salvo en las óperas y los melodramas, la muerte es un anticlímax.
la #Felicidad es minimalista. Es sencilla y desnuda. Es una casi nada que lo es todo.
Vivir en la suprema gracia del aquí y el ahora.
Tal vez el escritor sea un tipo más o menos tarado que es incapaz de sentir su propio dolor si no finge o construye con palabras sobre ello.
El verdadero dolor es inefable, nos deja sordos y mudos, está más allá de toda descripción y todo consuelo.
Sólo en los nacimientos y en las muertes se sale uno del tiempo
A veces tengo la sensación de que uno se mueve en la vida dando siempre vueltas por los mismos lugares,
supe lo que era el dolor psíquico, que es devastador por lo inefable. Porque la característica esencial de lo que llamamos locura es la soledad, pero una soledad monumental. Una soledad tan grande que no cabe dentro de la palabra soledad y que uno no puede ni llegar a imaginar si no ha estado ahí.
El arte es una herida hecha luz,
Todos necesitamos la belleza para que la vida nos sea soportable.
el mayor problema de la mujer occidental consistía en no saber vivir para su propio deseo: siempre vivía para el deseo de los demás, de los padres, de los novios, de los maridos, de los hijos, como si sus aspiraciones personales fueran secundarias, improcedentes y defectuosas.
La #Intimidad: no tener muy claro donde acabas tú y empieza el otro.
Acarreamos a nuestros muertos subidos a nuestra espalda: eso me decía Amos Oz en una entrevista (los judíos tienen tantos muertos, sostenía él, que el peso es sobrehumano). O más bien somos relicarios de nuestra gente querida. Los llevamos dentro, somos su memoria. Y no queremos olvidar.
es lógico que nos resistamos al olvido porque ésa es la derrota final frente a nuestra gran enemiga, frente a esa asquerosa muerte que es la destructora de las dulzuras, la separadora de las multitudes, la aniquiladora de los palacios y la constructora de tumbas, como la denominan en Las mil y una noches, que es un libro que sabe mucho sobre el combate desigual de los humanos contra la Parca.
Sólo siendo absolutamente libre se puede bailar bien, se puede hacer bien el amor y se puede escribir bien.
esa anonadante indiferencia con que la vida continúa después del fallecimiento de alguien querido.
Hay algo curioso con los muertos queridos, y es que se produce una especie de posesión. Como si tu muerto se reencarnara en ti de alguna forma, de manera que empiezas a sentir como propias ciertas fobias o ciertas aficiones del ausente que antes no compartías
Y es raro porque, aunque pase el tiempo, el dolor de la pérdida, cuando se pone a doler, te sigue pareciendo igual de intenso.
Cuando morimos nos llevamos un pedazo del mundo.
Cuanto más te acercas a lo esencial, menos puedes nombrarlo.
En el momento agudo de la pasión eres inmortal.
Es una cuestión de narración. De cómo nos contamos a nosotros mismos. Aprender a vivir pasa por la #Palabra
Todos los humanos somos novelistas y, por consiguiente, yo soy redundante porque además me dedico a escribir.
Recuerda que puedes leer otras lecciones de otros libros aquí y puedes conseguir este contenido también en formato audiovisual en Youtube.
