Más que una review, las lecciones que me dejó el libro El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl.

el hombre en busca de sentido

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Wow. Es lo primero que puedo decir de este libro. Fue mi primer libro oficial del 2024 y lo leí aprovechando la premisa del Reto de lectura “el libro que te han recomendado muchas veces mucha gente y aún no lees”. Hay muchas frases o ideas de él que ya tenía muy internalizadas por esto mismo de que mucha gente me ha hablado de este libro. Sin embargo, leerlo de mis propios ojos fue todo una aventura fascinante.

A veces siento que, con algunos libros, me pasa que me dejo llevar por la percepción de personas a las que respeto o admiro de alguna manera. Pienso que terminan influyéndome en mi propia apreciación de los objetos o expresiones. Con El hombre en busca de sentido lo pensé un par de veces porque me parecía exagerado que algunos párrafos me gustaran tanto tanto.

Aún así, con mi confusión de no saber si fui yo solita o me vi influenciada por lo que otros han absorbido de este libro, hoy quiero hablar de las lecciones que me dejó, porque son frases que van a estar toda la vida resonándome, más que cuando no lo había leído, por supuesto.

Las ideas sobre la humanidad viviendo por un propósito, el hombre como ente libre con voluntad de decidir y mantener su dignidad, todo sobre la existencia significativa. El logos. La razón de ser, de estar, de vivir. Todas son ideas que, en mayor o menor medida, he conversado desde que estoy en la Universidad y van de la mano con como he decidido vivir.

Sobre todo la frase que me ayuda a dormir tranquila cuando siento que he cambiado o que el propósito de lo que hago es diferente: “El sentido de la vida cambia continuamente, pero nunca cesa de existir.”

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El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl

“En esta obra, Viktor E. Frankl explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Prisionero, durante mucho tiempo, en los desalmados campos de concentración, él mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda. ¿Cómo pudo él que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio, cómo pudo aceptar que la vida fuera digna de vivirla? El psiquiatra que personalmente ha tenido que enfrentarse a tales rigores merece que se le escuche, pues nadie como él para juzgar nuestra condición humana sabia y compasivamente. Las palabras del doctor Frankl alcanzan un temple sorprendentemente esperanzador sobre la capacidad humana de trascender sus dificultades y descubrir la verdad conveniente y orientadora.” Casa del libro.

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Lecciones de El hombre en busca de sentido

El amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre.

La salvación del hombre sólo es posible en el amor y a través del amor.

El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su sentido más profundo en el ser espiritual del otro, en su yo íntimo. Que esté o no presente esa persona, que continúe viva o no, de algún modo pierde su importancia.

Y la luz brilla en medio de la oscuridad.

El buen humor es siempre algo envidiable.

El humor es otra de las armas del alma en su lucha por la supervivencia. Es bien sabido que, en la existencia humana, el humor proporciona el distanciamiento necesario para sobreponerse a cualquier situación, aunque sea por un breve tiempo.

Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas -la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino.

En conclusión, cada hombre, aún bajo unas condiciones tan trágicas, guarda la libertad interior de decidir quien quiere ser -espiritual y mentalmente- porque incluso en esas circunstancias es capaz de conservar la dignidad de seguir sintiendo como un ser humano.

Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido

En síntesis, cualquiera de los distintos aspectos de la existencia conserva un valor significativo, el sufrimiento también. El realismo nos avisa de que el sufrimiento es una parte consustancial de la vida, como el destino y la muerte. Sin ellos, la existencia quedaría incompleta.

Son las circunstancias excepcionalmente adversas o difíciles las que otorgan al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo.

Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular.

Una situación, en ocasiones, puede exigirle al hombre que construya su propio destino realizando determinado tipo de acciones; en otras, le reportará un mayor beneficio dejarse inundar por las circunstancias, contemplarlas y meditarlas, y entresacar los valores pertinentes. Y, a veces, la existencia demandará del hombre que sencillamente acepte su destino y cargue con su cruz. Cada situación se diferencia por su unicidad irrepetible, y para cada ocasión tan sólo existe una respuesta correcta al problema que plantea.

Cuando se acepta a la persona como un ser irrepetible, insustituible, entonces surge en toda su trascendencia la responsabilidad que el hombre asuma ante el sentido de su existencia.

La influencia inmediata de una determinada conducta es siempre más eficaz que las palabras.

Nada se ha perdido, aunque pertenezca al pasado, porque nosotros lo hemos abierto al ser, y haber sido es también una forma de ser, quizás la forma más segura de ser.

La bondad humana se encuentra en todos los grupos, incluso en aquellos que, en términos generales, merecen ser condenados.

De todo lo expuesto debemos concluir que hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: la raza de los hombres decentes y la raza de los hombres indecentes. Ambas se entremezclan en todas partes y en capas sociales. Ningún grupo social se compone exclusivamente de hombres decentes o indecentes.

La frontera que separa el bien y el mal, y que imaginariamente atraviesa a todo ser humano, fondea en las honduras del alma.

 ¿Quién es, en realidad, el hombre? Es el ser que decide lo que es. Es el ser que inventó las cámaras de gas, pero también el ser que entró en ellas con paso firme y musitando una oración.

La primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida.

La voluntad de sentido para muchas personas es cuestión de hecho, no de fe.

Nosotros no inventamos el sentido de nuestra vida, nosotros lo descubrimos.

El hombre no actúa para satisfacer su impulso moral, y silenciar así los reproches de su conciencia; lo hace por conquistar un objetivo o una meta con la que se identifica, por una persona que ama o por la gloria de Dios.

La logoterapia considera que la esencia de la existencia consiste en la capacidad del ser humano para responder responsablemente a las demandas que la vida le plantea en cada situación particular.

El sentido de la vida cambia continuamente, pero nunca cesa de existir.

Haber sido es la forma más segura de ser.

El deseo es el padre del pensamiento. El miedo es la madre del suceso.

La libertad es la cara negativa de cualquier fenómeno humano, cuya cara positiva es la responsabilidad.