#MTBTVIAJERO: la vida sabrosa, sencilla y despreocupada en Isla de Coche, al sur de Margarita, un verano de 2014
We take photos as a return ticket to a moment otherwise gone
Me encantaría poder escribir al ritmo de mis pensamientos. Cuando me entrego a ellos, y a los recuerdos, se desencadenan millones de escenas que sería ideal poner por escrito antes de que desaparezcan. Hoy he decidido hablar de Coche. De Isla de Coche. Bueno, no. Eso es lo que ha resuelto mi cadena de memorias. Ellas piensan que debo contar sobre Coche. Entonces, hablemos de coche.
Isla de Coche queda al sur de la Isla de Margarita, la perla del Caribe. Es de esos paraísos en los que los hoteles están construidos a la orilla de la playa. La piscina y la playa en el mismo lugar, casi. Nosotros nos quedamos en Punta Blanca, de la cadena Sunsol, todo un laberinto de casitas con ubicaciones “muy locas” según la Michelle del 2014, quien ya intentó escribir sobre Coche y no lo logró demasiado.
En el 2014 comencé este blog. Se murió mi abuela paterna y viajé mucho. Fue la última vez que mi familia y yo salimos juntos del país. Desde entonces, con la desaparición de las oportunidades, nos tomó alrededor de cuatro años salir uno o salir el otro. Y no lo hemos vuelto a hacer juntos. Tampoco hemos vuelto a Coche.
Todo ahora parece tan lejano que puedo verlo como una película. Como si todos fuésemos personajes y no familia. O no lo que somos actualmente. Hemos cambiado tanto desde entonces que es difícil no caer en el juego de la nostalgia.
Y aunque suene tan cliché y absurdo: también se extraña un poco lo que ya no es. Y no es sólo la “situación-país”. Lo que ya no es en cuanto a las relaciones familiares. Hoy, casi cinco años después de ese último viaje a Coche, se nos ha ido otro miembro importante de la familia. Estuvimos juntos en ese viaje y es, quizás, uno de los últimos que hicimos.
En Coche la vida fue sabrosa. Fue simple. Y aunque ahora mismo me haya dado cuenta también de que hay situaciones que hemos estado acarreando desde entonces, no me quedan dudas de que gran porcentaje de los cambios son progresivos y sólo puedes estar seguro de ellos años después de haberlos estado implementando. Lo mismo para esas situaciones. Sólo te das cuenta lo preso que te hiciste de ellas cuando te ves años después en lo mismo.
Pero hablemos de Coche y de los buenos días con el desayuno en el buffet. De las buenas tardes con el atardecer caribeño. De las bailables noches teóricamente hasta la una de la mañana y de los amigos que las alargaban hasta el amanecer. De la primera ‘pea’ de un primo o de una aventura que no fue por timidez. Pensemos en la vida simple y feliz de los resorts. De la playa en la mañana y la piscina en la tarde. Las cenas listas. Los shows que no divierten, pero entretienen. Invoquemos el sabor de la Caipiriña y el todo incluido.
Al final, he usado a Coche por puro oportunismo para reflexionar. Pero es que en Coche la vida fue sencilla. Para el momento no lo sabía, pero era joven y feliz. Y no es que no lo sea ahora, es que en Coche la vida fue sabrosa, sencilla, despreocupada, aunque fuese solo por tres días.