Nuestro efímero paso por la Montaña de Sorte, Monumento Natural María Lionza, en Yaracuy.
Con tabaco y aguardiente La ceremonia ya va a empezar María Lionza, hazme un milagrito Y un ramo de flores te vo’ a llevar María Lionza, Rubén Blades.
En la montaña de Sorte por Yaracuy, En Venezuela, vive una Diosa que no pudimos visitar. O no explícitamente. Este es uno de los destinos yaracuyanos a los que quieres ir así seas ateo, porque es inevitable no querer conocer el lugar tan famoso que protagoniza una –famosa- canción de Ruben Blades. En la Montaña de Sorte por Yaracuy, vive una Diosa, una noble reina de gran belleza y de gran bondad. Amada por la naturaleza e iluminada de caridad…
Pero fracasamos. Es nuestro primer destino del tercer día por el estado y nos encaminamos hacia Chivacoa, poblado por el cual se entra a la Montaña de Sorte. Y sus paredes son hechas de viento. Y su techo hecho de estrellas. En la posada nos habían prometido llamar al Instituto de Turismo Yaracuyano para solicitar un guía, pero no lo lograron. Al parecer era un enero en el que no esperaban trabajar y nadie respondía. Nosotros decidimos emprender el paseo solos.
Descartamos a Waze y seguimos las instrucciones de un operador de la estación de servicio donde recargamos gasolina. Los característicos avisos verdes ubicados en todas las autopistas del país nos ayudaron a corroboran los señalamientos del hombre y logramos llegar a la entrada de Chivacoa. Típico pueblo venezolano: una plaza bolívar, la iglesia al frente, calles unidireccionales de esas que si te pelas una tienes que darle la vuelta casi entera al poblado.
Ya que estábamos en Chivacoa el siguiente destino de la lista era la Montaña de Sorte, Monumento Natural (María Lionza) desde 1960. A la entrada se llega fácil. Sigues derecho por el pueblo hasta casi conseguir de frente un espacio enmarcado con altas palmas, matas de coco ¿o eran chaguaramos? En todo caso, ahí no es.
La luna, el sol, el cielo y la montaña sus compañeros. Los ríos, quebradas y flores son sus mensajeros. Antes de llegar a ese camino bonito tienes que desviarte a la derecha hasta una cauchera. Allí cruzas a la izquierda y comienza un camino de vegetación seca –o con ese aspecto-. Después de un tramo de esta manera, llegas a una especie de seudo-pueblo. Desolado.
Solo dos hombres fumándose un tabaco frente al “Portal Indio macho”. Una casa enrejada con muchos santos en su porche y unas instrucciones de las que lo único que pude leer fue “Quítese los zapatos”. O “Pase descalzo”. No lo recuerdo, ni lo anoté. Oh salve reina, María Lionza por Venezuela va con su onza y cuidando esta…
Cuando nos disponemos a cruzar a la derecha, por todo el frente se aproxima un grupo de vacas arriadas por un señor en un caballo. Nos detenemos. Roberto le tiene pánico a los animales enormes cerca del carro. Piensa en devolverse, pero antes de hacerlo las vacas se desvían hacia lo que sería su corral.
Tomamos el camino que lleva directo hacia la montaña. También lleno de vegetación, pero con ese aspecto triste de la sequía y desolación. Y va velando a su tierra entera desde el guajiro hasta Cumana. Cuida el destino de los latinos, vivir unidos y en libertad. A pesar de ser una zona lluviosa, las altas temperaturas son las que protagonizan la estética del paisaje. De nuevo pensamos en devolvernos, pero el camino es demasiado estrecho como para intentar dar la vuelta. Continuamos. Tomo fotos de lo que puedo.
Total, En la montaña de Sorte por Yaracuy, en Venezuela hay más de once mil héctareas llenas de nacientes de ríos y quebradas. Entre ellos el Yaracuy. Justo antes de llegar a un espacio donde se visualizaban, de lejos, algunos carros y un módulo de algo, una laguna enorme no nos deja avanzar. Vemos la Montaña de Sorte, intimidante, verde, imponente. Tomo fotos. Damos vuelta. María Lionza, hazme un milagrito y un ramo de flores te vo’ a llevar. Nos fuimos.
De regreso vimos a una señora dejando algo en el Portal Indio Macho. Fuera de los actos presenciados frente a esa edificación, no hubo rituales, ni brujería, tampoco baile en candela. María Lionza, hazme un milagrito y un ramo de flores te vo’ a llevar. Un ramo ‘e flores, de flores blancas cual la pureza de tu bondad. Lo único que pudimos ver fue la grandeza de la –sagrada- Montaña de Sorte.
Para ilustrar: se cree que María Lionza es una figura mágica en forma de una doncella indígena de increíble belleza que habita en la montaña. Su imagen se representa con una escultura de una mujer corpulenta montada sobre una danta. Los creyentes o practicantes de ciertas religiones la consideran protectora de la naturaleza y asisten a la Montaña de Sorte para venerarla ofreciéndole flores, frutas y bebidas por los milagros recibidos.
Al regresar a La Guaira nos hablaron de los grandes campamentos que se hacen en la base de la montaña, del día la resistencia indígena, de un río tricolor que no cambia cuando agarras el agua, de un necesario permiso de María Lionza para adentrarte en su hogar. María Lionza, hazme un milagrito y un ramo de flores te vo’ a llevar. … A to’ a la gente allá en los Cerritos y allá en Caracas protégela…