Así es el Salto Ángel, la caída de agua más alta del mundo ubicada en Venezuela. Y así, también, la recuerdo.

Apenas nos pusimos en dos pies 
Comenzamos a migrar por la sabana 
Siguiendo la manada de bisontes 
Más allá del horizonte 
A nuevas tierras lejanas 
Los niños a la espalda y expectantes 
Los ojos en alerta, todo oídos 
Olfateando aquel desconcertante paisaje nuevo, desconocido... 
Movimiento - Jorge Drexler

Hay momentos en la vida que por más que lo intentes no puedes describir. Los sientes en el pecho y en el nudo en la garganta. En los ojos, cuando no das crédito a lo que ves y en las manos, cuando no sabes qué hacer. No hay una palabra para describirlos. Impresionante, increíble, asombroso, sorprendente. Nada te parece suficiente, porque no sólo es difícil de creer, sino también te llena de orgullo y te hace extremadamente feliz. Y entonces solo quieres echarte a llorar porque no te lo crees, y a veces soltar lágrimas resulta la mejor expresión para las emociones. No es posible que tú, tan diminuto ante el mundo, tan insignificante para la naturaleza, estés ahí. Si los milagros existen se deben de sentir así. Así como descubrir al Salto ángel entre los arboles desde una curiara.  

Quizás se trate de orgullo venezolano. De regionalismo y –aunque esté desvirtuado el término- patriotismo. El salto de agua más alto del mundo está ubicado en Venezuela. 979 metros de altura. Ubicado en el Parque Nacional Canaima, Patrimonio de la humanidad desde 1994. De los 23 finalistas a las siete maravillas del mundo. El gran Salto Ángel.

Recuerdos del Salto Ángel:

El día comenzó cuando en realidad aún era de noche. Pero de otra forma no hubiésemos apreciado el amanecer violeta-morado-magenta de Canaima. Tampoco hubiésemos podido durar tanto tiempo bañándonos en la poza.

Fuimos de nuestro campamento Waku Lodge hasta el puerto Ucaima para tomar la curiara que nos llevaría por el río Carrao hasta el Salto Ángel. No sin antes hacer un pequeño tramo caminando para evitar los llamados rápidos de Mayupa. Además, era enero, sequía.

Desayunamos en el Campamento Isla Orquídea y seguimos nuestro trayecto con algunos tropiezos, pues el río estaba muy bajito y a veces mi papá y mi hermano tenían que bajarse de la canoa y empujar. Mi papá perdió una gorra hecha de palma en el camino.

Llegamos a Isla Ratoncito y desde ahí comenzamos el trekking hasta el salto de agua más alto del mundo. Se dice que el tiempo estimado es aproximadamente una hora pero estoy segura de que nos tomó más tiempo.

No llevé la ropa ni el calzado apropiado. Los converse no son buenos zapatos para hacer trekking y ahora lo sé. Pero para el 2013 desconocía todo lo que tenías que hacer para tener una foto en uno de los destinos turísticos más populares de Venezuela. Así que un short playero y una camiseta fue mi look elegido.

Dormí en hamaca por primera vez a los pies de –o en realidad frente a- el Salto Ángel. Estaba en “esos días” y tenía demasiado miedo de que ocurriera algún accidente.

Mi papá deleitó a todos con sus ronquidos, mucho más fuertes que los de nuestro guía, un indio que resultó ser casi todo lo cliché de un venezolano común: echador de broma, cómico, panzón, tomador –responsable- y sobretodo buena gente.

De regreso -a la mañana siguiente- no nos podíamos creerlo que habíamos visto, vivido, sentido y hecho el día anterior.