Les Parfums: siete fragancias a partir de cuero natural, jazmín, rosas y otros materiales que generan un viaje por las emociones.
“Dice la leyenda que se encontró una ánfora en la tumba de un faraón y que cuando la abrieron salió un perfume. Después de tantos miles de años un perfume de una belleza tan sutil, y aún así, tan poderoso que, por un instante cada persona de la Tierra, creyó estar en el paraíso. Se identificaron doce esencias, pero la número trece, la vital, nunca pudo determinarse.” - El Perfume, Historia de un asesino (2006).
En mi memoria hay una escena de la película El perfume donde Jean-Baptiste Grenouille, el protagonista, divisa un olor que lo fascina e impulsa a perseguirlo. Mientras él va afinando su descubrimiento, la cámara alterna su persecución con planos detalles de un hombro, una cesta de frutas amarillas, la parte trasera de un cuello, un antebrazo, un pecho femenino, una oreja rodeada de cabello ondeando ligeramente por el viento y luego, en un plano general, tanto el protagonista como el espectador descubren a una joven pelirroja. Jean-Baptiste cierra los ojos mientras el director nos muestra la nuca de la muchacha, sus hombros, su cabello recogido con un pañuelo y al momento del protagonista abrir los ojos, la desaparece para ambos. No por mucho tiempo, Grenouille anda un poco más y la consigue. El resto, si vieron la película lo deben de saber.
El largometraje está lleno de escenas alternadas con planos detalles que llevan al espectador a evocar el olor de cada detalle mostrado. Al conocer sobre la nueva colección de perfumes de Louis Vuitton, una película, bajo las direcciones técnicas de El Perfume, se fue creando en mí tras cada palabra. Mi cabeza se llenó de planos detalles de flores de jazmín, rosas de mayo, magnolias, cuero natural y se inventó la forma de otras plantas que desconocía, mientras las mezclaba con planos generales de Grasse, en la Riviera Francesa, con otras escenas de Jacques Cavallier descubriendo olores alrededor del mundo y finalizaba con grandes tomas de la gran casa campo de Les Fontaines Parfumées y todos sus alrededores. Todo a un ritmo que transmitían olores sublimes e incitaba a viajar.
Desde los primeros baúles, en 1854, se podría decir que ya Louis Vuitton había pensado en perfumes al hacer compartimientos acolchados para botellas en sus creaciones. Resultaban el contenedor perfecto para llevar esos objetos delicados y frágiles. Su próximo paso tardó 66 años y fue la producción de lujosos neceseres, cepillos con carey, espejos con marfil y frascos de perfumes en todos los tamaños. Camille Cless-Brothier, Gaston Le Bourgeois y André Ballet fueron los artistas encargados de diseñar motivos decorativos para adornar las botellas de cristal que fueron conocidas como Editions d’Art. Debido al éxito de las botellas, en 1927 Vuitton lanzó su primer perfume al mercado: Heures d’Absence, al año siguiente, Je, Tu, Il; Réminiscenses y años después Eau de Voyage.
En el 2012, la Maison nombra a Jacques Cavallier, nativo de Grasse, cuna del cuero y el perfume, Maître Parfumeur de su firma y durante cuatro años además de crear una “gama extraordinaria de materias primas, las hizo progresar. Con la ayuda de tecnología de vanguardia produjo su propia visión de una paleta soñada. Algo inédito”. A Cavallier me lo imagino de niño y adolescente como un Jean-Baptiste Grenouille menos psicópata y más sofisticado –mucho más-, que perseguía olores y se dejaba conquistar por ellos. Desde los ocho años había dicho a su padre que sería perfumista, cómo él, y a los 18 creó su primera fragancia. Trabajó para Firmenich alrededor de 22 años y es el responsable de los perfumes de Jean Paul Gaultier Classique, L’Eau d’lssey y Opium pour Homme by Yves Saint Laurent, entre otros.
Pasó gran parte de su vida por la Ruta de Napoleón, cruzándose con las grandes puertas de hierro forjado macizo de Les Fontaines Parfumées, comprada por LV en 2013, sin saber que en el 2016 ese sería su taller creativo y que de allí nacería Les Parfums Louis Vuitton. A través de esta propiedad, cuyo nombre significa las fuentes perfumadas, corre La Foux, un manantial histórico de Grasse. Además, solía tener una fuente de perfume real donde los visitantes podían llenar sus frascos, ahora ha sido restaurada y según la cosecha de cada mes, desde enero hasta finalizar el año contará con distintos aromas que se expandirán por toda la ciudad. Ahora servirá como fuente de creación olfativa de LVHM.
De qué van Les Parfums…
Entre los aromas que se mezclan en estas siete emociones olfativas se encuentran el cuero natural que cubre las manijas y correas de los baúles y bolsos de la firma, la fragancia es más floral que almizclada, es “como descubrir el cuero por primera vez”.
Por otro lado, bajo un proceso que no emplea calor -la extracción de CO2-, Jacques reveló por primera vez en el mundo y en exclusiva para Louis Vuitton toda la sutileza de flores ya apreciadas en la perfumería como la rosa de mayo (centifolia) y el jazmín, ambas nativas de Grasse.
En China, Cavallier verificó la calidad de un cultivo de osmanthus, una flor parecida a la del olivo que se conoce como olivo oloroso y descubrió plantaciones de magnolia y Jasminum sambac, plantas que son cultivadas para dar aroma al té local que es exportado a todo el mundo. Al ser tan diferentes estas especies a las demás que hay en el mundo, el perfumista no dudó en que serían parte de su creación.
Las siete fragancias creadas por Jacques Cavallier para la Maison resultan “un viaje que comienza en la piel”, desde Rose des Ventes, sublime, pasando por Turbulences, Dans la Peau, Apogée, Contre Moi, Matière Noire, hasta una explosición de sentidos con Mille Feux, Louis Vuitton invita a un “auténtico viaje por las emociones”.
Fotos cortesía de: Blue Press Service