Estilo boho: No es magia, es moda.
“Es algo así como un cóctel en el que se mezclan abundantes ecos hippies y bohemios con un toque étnico –del navajo al arabesco- y otro toque campestre. Se agitan estos elementos sobre una base vintage y se espolvorea un poco de espíritu relajado”. Ellas aman el boho, Vogue España.
Dar vueltas y vueltas. Fresca, feliz, risueña, ligera, descalza. Moverse a un ritmo imaginario. Una melodía suave, sublime, celestial. Los pies se despegan del suelo. Es casi como volar. Como volar sin nada, pero con algo.
Una tela fina que es más bien como una caricia que se expande en todo el cuerpo. Por el pecho, por los brazos, el abdomen, las caderas, llega a las rodillas y vuela. Es azul y blanco como las Islas Griegas, pero se llama Catu como una ciudad en el estado de Bahia en Brasil. Suave. Fresco. Ligero.
Encontrar un vestido que te guste es fácil. Lo que no es tan sencillo es conseguir un vestido que te cambie el ánimo apenas lo uses. Que libere tu alma, tu espíritu, tu ser. Una prenda que te otorgue libertad.
Uno que se vea bien en movimiento y estático. Cuando está iluminado o ante la inmensidad nocturna. Un vestido que luzca si lo complementas con unos zapatos altos, unos botines, flats, sandalias o si simplemente vas descalza.
Una prenda con un estampado y unos colores que reflejen la creatividad, la imaginación y la libertad del momento en el que fue concebida. El cielo. Una pieza que demande lo mismo al momento de ser mostrada.
Un vestido que se acople con tu estilo nómada, trotamundos, libre y cambiante. Que tenga algo de clásico, de hippie, de moderno, de étnico, eclético, rockero, vintage, minimalista… Que sea todo o nada, como el estilo boho.
Dar vueltas y vueltas. Fresca, feliz, risueña, ligera, descalza con un vestido con el que no hace falta planear nada, sino dejarse llevar. Uno que exterioriza un estado del alma y representa lo milenario y lo moderno; el rock y lo romántico…
Un vestido con el que vuelas, eres feliz y disfrutas… No es magia, es moda.
-M.
