Así fue la celebración de los 35 años de Carolina Herrera –y mi primera vez- en su tienda de Las Mercedes, en Caracas, Venezuela.
Elegance isn't solely defined by what you wear. It's how you carry yourself, how you speak, what you read. Carolina Herrera
En la calle Orinoco de las Mercedes, hay un pequeño edificio llamado Okendo. En su planta baja se alberga la tienda de la diseñadora venezolana más famosa del mundo. Si, así, sin miedo al radicalismo. Su posición en la industria de la moda es innegable.
Lo que parece una modesta boutique con ventanas protegidas con toldos rojos es, en realidad, todo un mundo que descubrir.
Mi primera vez allí duré rato solo en el primer salón. Ese donde están expuestas todas las carteras y, ahora, las joyas de su colección Insignia. Motivo de mi invitación.
No entendía por qué la gente se metía por un pasillo y al rato salía por otro.
En Venezuela, la puntualidad se ha vuelto casi un pecado. La mayoría de la gente siempre llega tarde a todos lados, o pasada la hora. Yo no soy de esos. Así que a Carolina Herrera había llegado a la hora pautada. Así que había poca gente que conociera.
En mi reconocimiento de la tienda, o el rectángulo de pocos metros que yo pensaba que era la tienda, vi todos los productos que había visto a través de medios de comunicación o en algunos viajes.
La Matryoshka, La Baret, La New Traveler, La Duke… Todas carteras que había visto antes. Pero que ese día admiraba como si fuera la primera vez.
Reconocí a par de personas conocidas y los saludé. Nadie demasiado cercano y, si lo era, estaba trabajando y no podíamos «encompincharnos». De manera que divague sola en la tienda por un tiempo que, seguro no fue demasiado, pero en soledad fue eterno.
De igual manera, me sirvió para observar las impecables vitrinas. Las carteras que al tacto no tienen comparación con solo verlas y algunos zapatos. Ah, y para tomar muchas fotos. Eso sí, no podía perder la oportunidad. Lástima que, para variar, no tenía mucha batería en mi cámara.
Al acercarme a aquel pasillo justo en frente de la entrada que se tragaba a la gente, descubrí que la tienda seguía allá atrás. Que a mano derecha estaban los pañuelos más elegantes que había visto y poco más allá las corbatas. Que más adelante había carteras únicas y excéntricas que no te imaginas que existen en CH. Y poco después una pareja de maniquíes vestidos más elegantes que tú. Y que yo con mi vestido de terciopelo de Mango.
Por si fuera poco, esa «próxima habitación» no era suficiente. Había dos más allá. «La distribución es un poco extraña», decía la gente que, como yo, nunca había pisado la alfombra de la tienda de Carolina Herrera en Las Mercedes.
«Los probadores son un sueño, no provoca ni salir, no te los imaginas», me dijo una amiga. Y me quedé sin imaginármelos, porque ese 07 de diciembre no pude entrar.
¿Qué hacía en Carolina Herrera el pasado 07 de diciembre?
Lo que si pude hacer fue celebrar, junto a un grupo enorme pero paradójicamente bien exclusivo de personas, el 35 aniversario de CH. Para esto, estaba en exhibición el libro que la diseñadora había concebido este año «Carolina Herrera 35 years of fashion» y algunas horas después de mi llegada, un nude cake con el número a celebrar.
Además, las joyas y detalles que lanzó la venezolana en el marco de esta gran hazaña demostraban que su logo había dado un buen giro.
Un símbolo, según la rae es “elemento u objeto material que, por convención o asociación, se considera representativo de una entidad, de una idea, de una cierta condición”. Y según Wikipedia es “signo que establece una relación de identidad con una realidad, generalmente abstracta, a la que evoca o representa (…); el símbolo evoca a menudo una realidad que trasciende al objeto simbolizado”.
La Colección Insignia de la venezolana radicada en Nueva York demuestra que no hay dudas. Las siglas CH son sinónimo de elegancia y sofisticación y significan
Carolina Herrera. Y para ella, el CH como logo “significa mucho más de lo que representa”.
Este nuevo logo que se predica después de cumplir los 35 años es “la idea de una imagen casi tridimensional, no plana, creando un nuevo objeto, que dará forma sutilmente a un símbolo, universal e inconfundible, y que coexistirá en armonía con otras colecciones”.
En los accesorios y detalles ya se puede observar que, depende de tu perspectiva ves la C, la H o las dos juntas.
¿Del libro? ¿Qué decir? La portada merece ser juzgada totalmente porque es bella.