A propósito de conectar con los sueños que he tenido: la Michelle que amaba las botas hasta las rodillas y compraba VOGUE en su adolescencia.

El mundo luce muy diferente cuando tú estás abierto o abierta a recibir.
Simone Milasas
Ya lo he contado en otras oportunidades, mi amor por las botas tuvo una pausa de muchos años aunque tengo demasiados recuerdos alrededor de ellas. Hay unas en mi memoria que particularmente me gusta recordar. No sé ahora mismo qué se hicieron, pero recuerdo perfectamente cómo llegaron a mí.
Estaba aún en el colegio y muy cerca (estudie en el Centro de La Guaira, una zona comercial) quedaba un Centro comercial que tenía una tienda con un estilo muy parecido a lo que veía en las revistas de moda. Se volvió mi tienda favorita. Recuerdo cómo amaba ver a Isabeli Fontana en las portadas de las revistas. Era mi modelo favorita del momento.
Yo compraba Vogue, y ahorraba para tener prendas de ese local. Y mi gran compra, fueron unas botas por las rodillas grises. Las amaba tanto tanto tanto. Costaron 300 bs de un cono monetario que dejó de existir hace rato, y no cabía de la felicidad cuando pude comprarlas. Aún recuerdo esa sensación de tener algo que deseas demasiado y que te hace sentir como la persona que siempre has querido ser. Michelle de ese momento era una fashionista en potencia que ni sabía que lo era. Era una fan y lectora fiel de Vogue. Una escritora sin escribir aún. Una periodista sin saber que lo sería.
Hace poco volví a comprar una Vogue impresa y al leerla conecté de nuevo con todo eso. Con mis botas hasta las rodillas y la adolescente que sin saber estaba sembrando todo lo que somos hoy.
Y bueno, ahora que ya he vencido mi prejuicio con los botines, mi nuevo paso es tener otras botas hasta las rodillas. No solo por estar volviendo a usar botas, sino por estarle cumpliendo sueños a esa Michelle que ahorró para comprarse aquellas. Por estar viviendo la vida que nos imaginábamos cuando leíamos las revistas de moda.
Al final, la clave no está en la altura ni en las piernas delgadas o robustas (parte de mi prejuicio), está en cómo las combinas.
¿Cómo combinaría mis botas hasta las rodillas?
- Con faldas cortas
- Con vestidos rectos
- Con jeans o pantalones del mismo color
Con todo, la verdad. Simplemente con la idea de que me alarguen las piernas o que simplemente transmitan mi estilo.
De compra planificada en la adolescencia a clásico imprescindible
Hoy, las botas hasta la rodilla siento que se convertirían en parte de mi sello personal. Lo que antes era inseguridad, aunque aún no las tengo, se transformó en seguridad (sobre todo porque ya he estado usando botines y amo mucho como me quedan y mi comunidad los ha recibido increíble, lo que me motiva mucho más).
Cada vez que los uso me siento poderosa, femenina y lista para cualquier ocasión. Sé que será igual con las botas. La moda, al final, se trata de eso: de atreverse, de probar, de derribar prejuicios y de encontrar en cada prenda una forma de expresarnos.
Si alguna vez pensaste que no eran para ti, quizás sea el momento de darles una oportunidad. Puede que descubras, como yo, que las botas pueden convertirse en tu accesorio favorito.
¿No crees?