Para empezar, tupananchiskama significa «Hasta que nos encontremos» en quechua, el idioma de antiguas tribus andinas. En Cusco todavía hay personas que se comunican mucho más en este idioma que en el mismo español. Lo vivimos durante nuestro viaje a Machu Picchu y nos pareció espectacular. 

Quise despedir este año en ese idioma porque viajar a Perú fue la gran meta y el gran sueño que aunque casi ni sabía que quería realizar tan pronto, hice. Como siempre y contra todo pronostico -no tengo internet en casa- estoy aquí despidiendo el año. Ya lo hice en el 2014, 2015, 2016 y 2017 y este 2018 no tenía que ser una excepción. Y mucho menos considerando todo lo que me dio el año. 

Desde el 2016 vengo diciendo que cada año ha sido espectacular para el blog y mi carrera profesional y lo que más me gusta de leer esas despedidas del año es que si hago una comparación -aunque me parece absurdo porque cada año es distinto- la vida cada vez se vuelve mejor y eso solo tiene sentido si tomamos en cuenta que yo misma estoy creciendo como persona y me siento mucho mas afortunada y agradecida por todo lo que me pasa. 

El 2018 quizás no tuvo grandes logros en el blog más allá de colaborar con marcas que nunca pensé que colaborarían conmigo. O con las que siempre habría soñado trabajar como Coverse. No subestimo ese logro, cada colaboración, sea con una marca grande o con una local, es demasiado importante para mi y me esfuerzo tanto en el contenido como si mi vida dependiese de ello. No obstante, creo que no me enfoqué demasiado en el blog este año y estuve más encaminada a vivir experiencias y lograr metas offline. 

Este año di mi primer taller sobre estilo personal y ni siquiera sabía que quería hacerlo. Un día se me ocurrió, lo conversé con J y lo llevamos a cabo. Otro día, de repente, esa espinita de querer viajar fuera del país se fue enterrando cada vez más y más y, otro día, así, de repente, decidí aceptar la invitación de mi mejor amiga y planear visitarla en Perú. Todo se correspondía con mi sueño -que se volvió obsesión- de conocer Machu Picchu. Pero, la verdad, nunca pensé que podría volverse tan real y que en serio lo iba a lograr.

«Fui a Machu Picchu» se dice fácil si no se sabe todo lo que tuve que hacer para llegar ahí. En ese viaje gasté gran parte (casi todo, en realidad) de mis ahorros de trabajo con el blog y para mantener la vida en Perú durante cuatro meses tuve otros trabajos que no me encantaron. De hecho, hasta fui vendedora ambulante por unas semanas y lo seguí haciendo unos cuantos días aún cuando ya tenía un empleo fijo. Son sacrificios que tenemos que hacer para cumplir nuestros sueños.

No me quejo de mi tiempo en Perú, más bien le debo demasiado a ese país. Todos me trataron extremadamente bien allí, incluso contacté con marcas y logré colaboraciones con personas a las que ahora les tengo mucho cariño y no sólo conversamos por trabajo o negocios. De hecho, a raíz de hacer un taller de escritura creativa pude postular un texto  y quedar seleccionada para aparecer en un libro de la Editorial Autómata. Es por todo esto que digo que profesionalmente hice cosas offline muy puntuales -pero firmes- y estoy demasiado orgullosa de ello. 

Como no todo pudo ser color de rosa en el año, por supuesto que atravesé momentos de desmotivación y hubo momentos donde extrañé la comodidad de mi casa. Sobretodo la comodidad de mi computadora y mi ambiente laboral. Aún así, lo único que recuerdo que fue realmente malo en el año fue la pérdida de un tío muy querido al que no pude despedir porque estaba en Perú. Él estaba muy emocionado con mi idea de ir a Machu Picchu y se entristeció demasiado el día que partí de Venezuela porque sabía que estaría par de meses afuera. Durante estos últimos años tuvimos una relación bastante estrecha y especial y no saben lo que me duele no poder haberlo visto antes de que nos dejara. Pero así es la vida y tengo mucho que agradecerle y sé que en vida sintió mi cariño porque él mismo lo decía. Eso me deja un poco tranquila.

Estoy feliz porque era una de las personas que más orgullosa estaba de mi carrera en la Universidad Central de Venezuela y pudo presenciar el momento en el que me entregaron mi título bajo las Nubes de Cálder. Porque sí, este año por fin me gradúe y estuve allí y definitivamente me valdré de la frase cliché «sólo el ucevista sabe que llegar lejos no es estar en las nubes sino debajo de ellas», porque es un momento que quiero repetir una y otra vez. Se siente divino estar de toga y birrete. Creo que fue el mejor outfit que pude vestir en todo este año. 

La verdad, podría hacer tan largo este post sobre el 2018 que se aburrirían y no lo terminarían. Considerando que llegaron hasta este punto. Si es así, gracias. Gracias por estar en todo este año si ha sido así y si no, pues también gracias. Estoy demasiado agradecida con las personas que me rodean porque sé que sin apoyo no hubiese podido lograr nada. Incluso si considero que soy una persona demasiado egoísta y persistente con sus objetivos, sé que sin nadie que crea en mí las cosas no tuviesen tanto éxito. 

Espero el 2019 permita que, así como yo, cuentes muchos sueños cumplidos. Sueños y metas que quizás ni sabes que tienes pero llegarán a ti porque trabajarás por ello. Yo, espero seguir diciendo que cada año supera el anterior. 

De nuevo, gracias por tanto, feliz noche vieja y un excelente 2019 lleno de felicidad.

Con mucho amor,

M.