Helena Gil, Lic. En Estudios Liberales y diseñadora de Perinola

«Soy muy humanista y me encanta la cultura, la historia y los viajes.»
Helena Gil

Su pasión es viajar y conocer otras culturas. Ama cocinar. Es egresada de la Universidad Metropolitana en Estudios Liberales. Comenzó Perinola en octubre del año 2011.  La mayoría de las personas le conoce por ser la mente maestra detrás de una de las marcas venezolanas más influyentes en la actualidad. Pocos saben que solía inclinarse más hacia los modelos de Naciones Unidas que hacia el diseño de modas, que prefiere cocinar en vez de lavar, que su modestia y sencillez la hacen dudar a la hora de definirse y que pide disculpas por hacer esperar a las personas, aun cuando éstas son las que interrumpen su almuerzo. Es evidente que Perinola puede ser la expresión materializada de su personalidad, pero no lo es todo.

Con 25 años, casada y con una marca bien establecida en el mercado, Helena Gil es una mujer que no viste demasiado ostentosa ni recargada. Se inclina por piezas sencillas, cómodas y versátiles que reflejen su personalidad tranquila, sencilla y amable. Lleva el cabello lizo hasta la cintura y una sonrisa que no toma descanso. Su trabajo le fascina, pero no por eso deja que se adueñe totalmente de su vida. Se toma tiempo para cocinar, viajar y compartir con su esposo, familia y amigos.  

En la avenida Libertador de la urbanización La Floresta, específicamente en la Quinta Renania, en Caracas, Venezuela, se encuentra el showroom de Perinola. El atelier y santuario donde se materializan todos los sueños de una joven que comenzó haciendo camisas con bolsas plásticas de supermercado por allá en los 90. Desde que se entra en el lugar se puede observar una armonía entre muchos elementos multiculturales que transmiten su personalidad: Los armarios repletos de piezas coloridas y estampadas, los sillones de diferentes estilos, las fotografías enmarcadas en cuadros blancos, las mesitas que sirven de soporte a una gran cantidad de objetos curiosos y la chimenea artificial apoyada en una pared de ladrillos. Helena Gil entra con unas hojas y una de sus icónicas pulseras de pompones en la mano. Antes de tomar asiento, pide disculpas por la tardanza. «Estaba terminando de almorzar», se excusa. Sus recuerdos comienzan en su infancia, cuando compraba junto a su mamá la revista Country Living y ésta le enseñaba algunas técnicas sobre la composición de los colores en la revista. Entre ellas el uso del equilibrio y el contraste.

En su familia nadie está relacionado con la moda, pero la diseñadora confiesa que a su abuela le gustaban ciertas cosas de ese mundo y cada vez que iba de compras con ella, le salpicaba algo. Su madre, por otro lado, estudió educación preescolar y aunque es bastante artística y creativa, nunca lo ha explotado comercialmente. Sin embargo, se encargó de incentivar y promover esa parte en su hija, y la motivaba a realizar ciertas actividades. 

En la adolescencia comenzaron a surgir los primeros destellos del carácter de diseñadora. Empezó la época de los quince años y Helena sabía que no le iban a comprar un vestido para cada fiesta. Fue por esto que decidió jugar con su ingenio y diseñó, junto a su madre, una falda dorada a la cintura que combinó con varios tops, también hechos por ella misma. Este sentido de la versatilidad se encuentra aún latente en ella y lo pone en práctica en cada colección de Perinola. El siguiente gran paso en su vida como diseñadora, después de esa época quinceañera, fue el haber diseñado su vestido de graduación de bachillerato.  Antes de entrar a la universidad, se fue a Rambouillet, Francia, y estudió civilización francesa y francés. Cuenta que fue una experiencia increíble porque a pesar de no estar en París, viajaban todos los fines de semana a la ciudad y a otros lugares de Europa. 

  Aunque ya para esa época había indicios de que tenía talento para el diseño de moda y la costura, Helena seguía inclinándose hacia los modelos de Naciones Unidas. «Soy muy humanista y me encanta la cultura, la historia y los viajes. Mi pasión es viajar. Me inclinaba por Estudios Internacionales. Algo que me llevara a viajar y estar en contacto con otras culturas», explica. Esto fue, por un lado, lo que la motivó a inscribirse en la Universidad Metropolitana para cursas Estudios Liberales. Por otro lado, lo fue el hecho de que la institución le quedaba cerca y tenía un buen horario. Además, la carrera le gustaba. 

Helena confiesa que se aceleró demasiado en graduarse. No obstante, disfrutó su carrera y ésta le dio muchos conocimientos que puede poner en práctica actualmente. Saberes en filosofía, política, economía, historia y toda la parte de gerencia y visión emprendedora. No siente que lo que estudió está totalmente desvinculado de lo que hace, sino que más bien muchas cosas que aprendió en Estudios Liberales le han servido para ejercer de buena manera el papel que debe tomar en Perinola. Para ella es importante la experiencia que se va adquiriendo a medida que surgen las cosas, sin dejar de lado la educación universitaria tanto como la del colegio y el hogar: «el día a día es el que te enseña la parte del know how de cómo manejar una empresa. Es como ensayo y error. La parte de cómo estructurarte y ciertas cosas bases, te las da la universidad, el colegio y la manera en cómo fuiste educada».  

Perinola empezó en octubre del 2011. Hay muchos lugares que reseñan que fue seis meses antes de que la diseñadora se graduara, pero no dejan muy claro si en ese período ella aún estaba cursando materias o simplemente esperando el acto de grado. Helena suspira y explica con más detalle lo que ocurrió: «Yo terminé todo en julio (del 2011) y había terminado toda la carrera. Pero me faltaron dos electivas porque me confundí, y tuve que echarle pichón otra vez. Gracias a Dios, había un verano de por medio y las pude hacer en ese tiempo. No me afectó en nada mi tiempo de graduación. En la Metropolitana pasan como seis meses para que te gradúes. Yo terminé todo en agosto, me fui a argentina y en octubre empezó la marca. Me pude dedicar de lleno a ella. El acto de grado fue en febrero».

Helena admite que Perinola le ha dado la seguridad de que puede lograr cosas que veía difíciles o que creía que no eran para ella. Es verdad que a las personas creativas se les dificultan los números, pero la marca le ha permitido fortalecer este y otros aspectos para los que pudo haber creído no tener capacidades. Al ser la mente maestra detrás de la marca, tiene que saber de todo, tanto de números como de manejo personal, mercadeo, publicidad y psicología.

  La diseñadora se ve incitada a responder qué le gustaría que sus conocidos dijeran de ella. Lo difícil que le resulta la pregunta queda en evidencia: se lleva las manos a las sienes y guarda silencio. Después de un rato dice: «Es una persona transparente, chévere, light, es confiable. Habla con Helena que ella es chévere», y ríe. La verdad, no está tan alejada de la opinión de algunas personas que la rodean. Manuela, una de las muchachas que trabaja con ella en el showroom, se refiere a la diseñadora como «una persona sencilla y chévere», que siempre está dispuesta a ayudar y es muy amigable. Resalta que trabajar en Perinola no es como trabajar, es como pasar tiempo entre amigas. Ana Daniela Colmenares, una de las fashion bloggers que acude con frecuencia a los eventos realizados por la marca, declara sin vacilar: «Helena más que tener chispa es mágica, ella te puede decir el no más bonito que puedas escuchar. Su personalidad es sencillamente hipnotizante, tiene una esencia que te atrae como hormiguita a la miel». 

  En cuanto a sus fuentes de inspiración, Helena exalta que le choca cuando le preguntan por su diseñador favorito o a quien admira. Para ella no existe una sola persona a la que admire completamente: «Admiro muchas acciones de muchas personas. Yo admiraba a mi abuela en muchos aspectos y otros los haría diferente. Igual con mi mamá, igual con mi papá. Cada vez que conozco a alguien trato de buscarle algo bueno y positivo que me pueda aportar. Para nutrirme yo, agarro esos fragmentos de esas personas. Agarro eso que los identifica que a mí me gusta».

El carácter de ama de casa le llegó hace poco tiempo y comenta muy emocionada que se lo está disfrutando muchísimo. Al ser hija única por parte de mamá e hija mayor por parte de papá tiene esa característica que comparten los dos roles de querer hacer todo bien. «Soy tal cual la vieja que te hace la tarde de té más bella, una Martha Stweart cualquiera…», dice entre risas. «Me encanta cocinar», agrega.  Sobre cómo funciona su matrimonio, conversa abiertamente: «Hay días que de repente te quitas Martha Stweart y no te provoca hacer nada y eres la persona más vaga del mundo. Y te resuelvo con unos nuggets. Gracias a Dios el mundo ya no es machista y somos un equipo en donde nos entendemos. Y si ese día los dos estamos cansados, resolvemos. Él no me exige a mí y yo no le exijo a él. Simplemente los dos cumplimos. Por ejemplo, a mi me encanta cocinar y me relaja, entonces cocino. A veces me fajo y hago unos platos bellos, otros días otros sencillitos y otros días, no hay comida, vamos a pedir una pizza porque estoy cansada. Y… el lava».

Hasta ahora, ha sabido cómo administrar el tiempo entre su trabajo y su casa. Expone: «Yo respeto muchísimo mi horario. Entro a una hora que no agarro cola, a´si sea que me tenga que levantar más temprano. Y salgo del trabajo a una hora que tampoco vaya a agarrar cola». El tráfico le molesta y la amarga. «Obviamente hay días que tengo que quedarme más y trabajar los fines de semana. Bueno, trabajo los sábados, pero a veces me toca trabajar los domingos, y a veces quedarme hasta las ocho, nueve de la noche», agrega. «Cuando llego a mi casa me desconecto, cocino, veo series, leo libros. hago mis otros proyectos, mis hobbies. Comparto con Alex (su esposo) la mayoría de estas actividades, o con mis amigas o mi familia. 

La Helena Gil del futuro llega a un edificio donde la planta baja es una tienda y el resto de los pisos las oficinas de Perinola. Es un lugar con una calidad de vida increíble. Donde se trabaja en condiciones óptimas pero motivadas. Donde a los empleados les gusta ir porque pueden pasar un tiempo a gusto y disfrutar de otros placeres como comer rico y compartir otras cosas mientras trabajan. Más que una marca, Perinola es un hogar.    El objetivo principal de esta entrevista fue académico, pero me gustó tanto tanto que no podía dejar pasar la oportunidad de mostrárselas. Espero que a ustedes también les haya gustado. Está en proyectos desarrollar este segmento, así que no creo que sea la primera entrevista que vean. Sin embargo, doy por sentado que será una de las más especiales que les presentaré. Muchísimas gracias a Helena que hizo del momento algo mágico, a Manuela y Ana Daniela Colmenares del blog AnaCapri, por los comentarios que ayudaron a dar los toques finales a esta entrevista.