Te cuento historias, leyendas y mitos sobre el primer día de clases con un navy style look que quedaría perfecto para este back to school.

“La Universidad debiera insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno. 
Si insiste en lo propio y lo contemporáneo, la Universidad es inútil, 
porque está ampliando una función que ya cumple la prensa.” 
JORGE LUIS BORGES.

Mi primer día en la universidad estuvo lejos de ser un día maravilloso. No creo que ninguno de Ustedes lo envidie, ni que sea un buen ejemplo de motivación para su primer día de clases. Hoy lo recuerdo con melancolía y aprecio, pero para ese momento, no representó la mejor manera de debutar en lo que serían mis próximos cinco años.

No fue en septiembre, como es regular, porque la carrera de Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela no recibe nuevos ingresos en el segundo semestre del año, sino en el primero, que comienza en marzo. Es decir, pasé unos ocho meses ansiosa por la Universidad y todo lo que significa.

Ese primer día de clases entraba a las 8:50 am. Como soy “del interior”, se apiadaron de mi para ese primer semestre y mi horario no tenía horas inhumanas como las siete de la mañana. Aun así tenía que levantarme bastante más temprano que cualquier estudiante que residiera en Caracas.

Gracias a la información de un amigo, sabía que el transporte de la Universidad recogía a ucvistas cerca de mi casa, así que a las 7:30 me dirigí a la parada. Llegué, todo iba generalmente bien. Hasta me conseguí con una muchacha que estudió en el mismo colegio que yo. Gracias al cielo.

Nos sentamos juntas en el autobús y comenzamos a hablar de las carreras y la vida. Ella, si mal no recuerdo, estaba en Estudios Internacionales y me felicitó por haber quedado en Comunicación Social. Carrera que ella quería y como es muy demandada no pudo conseguir. No obstante, me dijo estar bastante feliz con su segunda opción y deseó lo mejor del mundo.

Lo primero que salió mal: el transporte

Todo iba bien hasta que a mitad de autopista el transporte se accidentó. Nos tuvimos que bajar y esperar que algún autobús de ruta extraurbana nos recogiera. Me quedé con la muchacha en todo momento. Para nuestra suerte, llegó un autobús que no estaba trabajando y se apiadó de nosotros. Sin embargo, no podía llevarnos hasta la universidad, así que nos iba a dejar en la estación Gato Negro del metro. Parada regular de la línea Caracas-La Guaira.

Había ido par de veces en metro a la universidad, pero nunca totalmente sola. Me sabía la ruta bien, pero en ninguna de las otras ocasiones había sido mi primer día de clases. En ninguna de las ocasiones anteriores iba a llegar tarde.

El camino fue, de lejos, mucho menos traumático de lo que podría ser la experiencia hoy en día. Para la época la sobrepoblación caraqueña era menor y el metro, aunque igual era un desastre, era menos caótico que en la actualidad.

Con la ayuda de la muchacha llegué al edificio de Comunicación Social. Había estado par de veces ahí, pero, de nuevo, nunca había caminado sola hasta allí. En este momento no tengo idea de cómo identifiqué qué tenía que hacer, pero imagino que tuve que preguntarle a alguien. Llegué a uno de los salones de redacción. Tuve contacto, por primera vez, con las computadoras viejísimas con las que tendría que trabajar en los próximos cinco años.

Lo segundo que salió mal: la primera clase

No las prendimos ese día. Ni siquiera tuvimos clases ese día. Resulta que mi sección no tenía asignado profesor alguno para Castellano 1 así que nos invitaban a retirarnos. Después de que el Director nos diese la bienvenida, por supuesto.

Al salir intenté hablar con lo que hoy es uno de mis mejores amigos. Le pregunté si él también tenía la siguiente clase igual que yo a la una de la tarde. La respuesta fue positiva y bajamos juntos. En algún punto me dijo que ya venía y… ese niño que hoy es de mis mejores amigos de la universidad, nunca volvió.

Tenía que hacer algo desde las nueva hasta la una de la tarde, así que mi mejor opción era estar en confort zone y me fui hasta la Universidad en la que estaba estudiando mi mejor amiga del colegio en Mesedores. Es decir, lejos de Plaza Venezuela, zona donde está ubicada la UCV.

Lo tercero que salió mal: la segunda clase

Llegué, de nuevo, a mi clase de la una y, para mi sorpresa, tampoco teníamos profesor de Literatura Venezolana. Nos invitaron a retirarnos, otra vez, y en esa ocasión me quedé conversando con dos compañeros hasta las tres de la tarde, porque había quedado en bajar a La Guaira junto a otra amiga.

¿Hay algo peor en tu primer día de clases que no ver clases? En el colegio nos entrenan un poco para ello porque la primera semana es totalmente inútil. Pero en bachillerato es bastante seguro que ya conozcas al profesor y, evidentemente, es algo absolutamente distinto.

Y por si aún no me había desanimado

Aun así, no recuerdo haberme deprimido ni desmotivado. Al siguiente día sólo tenía una clase y perdería menos tiempo si el resultado iba a ser el mismo. El camino de bajada de Caracas a La Guaira fue bastante grato por la compañía. No obstante, para recordarme que mi primer día de clases en la Universidad no sería la envidia de ninguno de mis amigos, al bajarme del autobús caí de rodillas delante de un grupo de niños de bachillerato. De más está decir que se rieron de mí.

Quizás fue un guiño a eso que decían que los años del colegio son los mejores (con lo que estoy en desacuerdo). Pero el momento fue una burla a mi sentimiento de que la universidad sería lo mejor Ahí estaba yo, de rodillas, frente a unos niños camisa azul que se reían de mí.

Me pareció apropiado echar este cuento super largo sobre mi primer día de clases, porque aunque sé que muchos de ustedes están en una etapa adulta, también sé que hay muchos lectores que va a retomar sus clases este septiembre y algunos más comenzarán la universidad y deben tener muchas dudas. Hoy quiero hablarles especialmente a ellos.

¿Qué hacer, esperar o decir en el primer día de clases?

Yo no tenía muchas expectativas sobre mi primer día de clases más allá de la emoción por hacer algo bueno. Para ese entonces aún no estaba segura de sí Comunicación Social era la carrera indicada para mí y me la pasaba haciendo figurines en las esquinas de los cuadernos, pero ese es otro tema.

A ti, que comienzas la universidad pronto, te quiero decir:

La ansiedad es algo normal, pero no te estreses demasiado respecto a la universidad, probablemente pasarás los próximos cinco años en ese mismo lugar.

Seguramente quieres causar la mejor impresión, pero no es necesario ir demasiado bien vestido. Es la universidad, no un casting. Y te lo dice una persona que llevó wedges su primer día de clases (solo que los acompañé con jeans y un top básico).

Sé tú mismo y no finjas tener o hacer algo que no eres. De nuevo, es probable que pases los próximos cinco años ahí y no creo que una mentira se pueda mantener tanto tiempo.

No te cierres a nada ni vayas con prejuicios. La universidad te permitirá aprender un montón, abrir tu mente, vencer miedos, derribar prejuicios, pero, sobre todo, vas a conocer DEMASIADA gente distinta con gustos y situaciones muy diferentes a la tuya.

Si entrarás a estudiar algo sobre lo cual no estás seguro, no te mortifiques, lo descubrirás en el camino. Yo entré a estudiar comunicación social por “azares de la vida” y descubrí, quizás más tarde de lo que me hubiese gustado, que me apasionaban muchas cosas de la carrera y la volvería a elegir.

Por último, deja que todo fluya, de verdad. Pasarás los próximos cinco años en ese lugar y tal cual como en el colegio, en algún punto solo querrás terminarlo y ya. Pero no te apures, disfruta, vive cada momento.

Ahora que estoy próxima a terminar la carrera, siento que valió la pena cada momento de la Universidad. Cada risa, cada llanto. Pero mi melancolía será parte de otro capítulo… Cuéntame tú, ¿qué tal tu primer día de clases?