Notas y postales desde el futuro, de un viaje adolescente a Los Roques
Siempre ha sido diferente, como Venecia sin agua como Madrid sin gente - Tiroteo
Mi vida está llena de lugares a los que quiero ir o a los que quiero volver. Los Roques es uno de muchos. Y es que uno no tiene suficiente de esa sucursal del paraíso ni porque se mude al Gran Roque. Ahora lo entiendo. La primera vez que fui no.
A finales del 2020 una de mis amigas fue con su novio al archipiélago. Justo en mis días de eat, pray and fall in love with Chuao, ella estaba explorando uno de los lugares más paradisíacos de nuestro país con el que por ahora es “el amor de su vida”. Porque como Amalia Andrade, yo también creo que cada persona que llega a tu vida es tu amor y lo cambias por otro o por otra vida. Pero cuando estás ahí, por el momento, no existe nadie más –o en teoría es así- y todo futuro solo es posible si está esa persona ahí. Anyways, ese no es el punto.
El punto es que al volver de mi pedazo de paraíso no pude evitar tener depresión pos viaje e incluí una saudade por Los Roques y mis aventuras adolescentes en ella. Los días de no preocupaciones –o de otras preocupaciones, para ser honesta-. Después de mi segundo viaje a Los Roques se hizo real el deseo o, como yo le digo, mi travel pill to try, de vivir una temporada en una isla o en un lugar costeño y experimentar ese estilo de vida. Con el tiempo, y otros destinos, se ha perfeccionado más.
Ahora mismo no sé qué va a ser de mí en unos años. Probablemente esté haciendo lo que me gusta, me nazca y me llene para el momento. Eso es lo que he decidido hacer desde hace unos años. Es lo que estoy haciendo ahora. Hoy. Hoy vivo aquí y ahora. Hic et nunc. No me pregunto por el futuro porque, aunque me vea siempre en la tentación de estar ahí, he decidido dejarlo para cuando toque, si es que toca ese futuro que quiero en ese momento. No me preocupo por el pasado porque tengo mucho que agradecerle, me ha traído hasta aquí y estoy en un lugar increíble. En mi mejor momento, como dije en enero cuando cumplí años. La idea es que siempre sea mi mejor momento.
Me volví a desviar del punto. Sin querer queriendo. El punto es que Los Roques evoca todos estos pensamientos en mí (el amor, mis travel pills to try, mis mantras) y hoy he decidido exteriorizarlo. Y recordarlo. Y soñar o imaginar volver.
Los Roques desde los recuerdos
Ni yo misma me creo que la primera vez que visité esta sucursal del paraíso no me bañé en sus aguas que se pintan tan turquesa. No las toqué para nada más allá de montarme en la lancha o tomarme fotos. Estaba en esa etapa rebelde y hater de la adolescencia tardía. De la que prefiere estar bajo la sombrilla leyendo que disfrutando del agua bajo el sol. No entendía que no son excluyentes. Era una adolescente cerrada y dura con ella misma en cuanto a sentir. Y en ese enero que cumplí 17 años estaba en ese proceso de semanas previas a comenzar la vida universitaria.
Volví meses –o quizás al siguiente año, no lo recuerdo- después para encontrarme con mi playa favorita en el mundo hasta ahora (Cayo de Agua) y traer a La Guaira un montón de recuerdos y experiencias que se convirtieron en esos cuentos que echas en una reunión de amigos. Como la primera vez –y única hasta ahora- que hice wake board; el permiso de viaje para menor de edad que se llevaron mis amigas en el vuelo de las tres de la tarde y me faltó en el de las cinco y por el que me tuve que quedar un día más, y calarme un sermón de mi papá por despistada; el seudo summer affair que no fue por, también, despistada; y la vida bonita de playa, fiesta y buena comida.
Los Roques desde los recuerdos es uno de los lugares de Venezuela que te quita el aliento de solo recordarlo.