Días al oriente del país, con diferencia de seis años. Lechería y Puerto la Cruz a partir de los recuerdos y desde el trabajo, la persona que soy hoy.

Las mujeres son las casas. Los hombres solo entran y salen de ellas.  
Para que no me olvides, Marcela Serrano.

Acabo de volver de Lechería, en Anzoátegui. “Miami en Venezuela”. Fue un viaje de trabajo y la verdad es que desde la última vez que estuve ahí, hace seis años, sí se nota la diferencia. La BBC reseñó, hace un tiempo: “Se concibió para parecerse a Venecia, aunque más bien recuerda a las islas privadas de Miami Beach en las que vive mucha gente famosa.” con respecto a la ciudad y tal cual la referencia, pero no es cierto que sólo hay edificios lujosos y yates. Caminando por su avenida principal, se podría decir que por cada edificio nuevo, hay una casa abandonada y llena de basura. El lujo y la ostentosidad están en las urbanizaciones e islas que se fueron formando y donde el medio de transporte son lanchas y yates. 

Porque sí, en lo que se refiere a la infraestructura terrestre de Lechería, aunque sea poca, se notan las inversiones hechas al azar. Hay, de repente, edificios increíbles, estéticamente modernos, con materiales que los posicionan a la altura de grandes ciudades planificadas y modernizadas; pero, de repente, también hay una casa abandonada, llena de basura y hasta medio derrumbada justo al lado. Y ni hablar si llegas a Puerto La Cruz o Barcelona, ciudades vecinas. 

De los últimos estados de Venezuela que he visitado este año, es la ciudad que tiene más color. La más lujosa. La más prometedora. Pero promete una vida que no todos pueden -o quieren- tener, si se quiere ser un poco odioso. Porque a excepción de las adyacencias a el Paseo e Iglesia de la chinita en Maracaibo, al resto, la pandemia, el desgaste de los servicios públicos, todo el entorno vica -que los teóricos ahora llaman BANI (Brittle, Anxious, Nonlinear, e Incomprehensible)-, que vivimos, y toda la cantidad de razones que podemos pensar, les dio duro. Las regiones descentralizadas del país están golpeadas y el descenso se hace notar . Nosotros bromeamos diciendo que son chernobil, pero son esas bromas que si quieres no es broma y duelen. 

Días antes había dicho “el oriente si es feo, ¿verdad?”, pero me refería a la carretera, la autopista hacia allá. Solo son pueblos con viviendas hechas a duras penas y momentos esporádicos de una vista azul y verde que te mira de reojo. El oriente está golpeado, pero sigue siendo un paraíso. La naturaleza le es fiel y lo sigue pintando de colores pasteles al amanecer y atardecer, dotándolo de un clima envidiable -aunque a veces el calor puede ser inhumano- y mostrando lo bonito que es El Caribe, que incluso en sus peores fachas, se le sigue queriendo. 

Cuando menos piensas, sale el sol 

De igual manera, disfruté Lechería. Tanto, tanto, tanto como para levantarme a las cuatro de la mañana e ir a ver el amanecer en el Cerro el Morro, y compartir un momento con gente que el camino ha vuelto especial. El Morro es uno de esos lugares que se vuelven icónicos porque el turismo lo logra. Los visitantes ponen el ojo en él y siguen impulsando su popularidad. Dicen que la montaña está agrietada debido a las edificaciones que hicieron en ella y tarde o temprano se vivirán o tendrán que arreglar las consecuencias de eso. De hecho,ya hay una parte a la que no se puede acceder.

Ese domingo el cielo estuvo nublado. Llegamos mucho antes del amanecer y se tardó, iba a su ritmo, mostrando colores poco a poco. Incluso bajamos de El Morro sin haber visto el sol. Pensamos que era por el clima, pero tal como canta Shakira, cuando menos lo pensamos salió el sol y nos sorprendió llegando al Boulevard de Playa Lido. Luego trotamos hasta el hotel Mare Mares -donde nos hospedamos para esta experiencia-, y después de años de no hacerlo al aire libre, me di cuenta de lo bien que se siente y lo mucho que lo necesito. Quiero retomarlo, como muchas cosas que necesito dejar de pensar en querer y comenzar a hacerlo. 

Vista desde El Morro

Lechería y Puerto la Cruz en el Carnaval 2015

¡Feliz viernes! No sé si recuerdan que les comenté que en Carnavales me iba unos días a Puerto La Cruz con mi familia. Bueno, fue un viaje super agradable. Fuimos a la playa, visitamos a algunos familiares y, por supuesto, nos relajamos en el hotel y sus áreas de entretenimiento. Disfrutamos mucho los días que estuvimos ahí. Nos quedamos en Lechería. Es una zona super bonita y con excelentes lugares para comer y pasar un buen rato.  

Llegamos el viernes en la noche demasiado cansados como para salir, pero el sábado, 14 de febrero, btw, sí fuimos a comer a un lugar árabe súper rico. Creo que es la zona con más restaurantes árabes que he visto en toda Venezuela. Además, visitamos una panadería que se llama La Boulangerie (los que me tienen en snapchat la pudieron ver) que, a pesar de que los dulces no fueron la gran cosa, todo el esplendor del lugar nos hizo sentir que sí lo fueron. De noche es un lugar bellísimo. Todo el estilo de los muebles y adornos es súper francés y te hace sentir como en otro lugar.  

Viajar es de las mejores experiencias que tengo en la vida. No importa si es a lugares que ya conozco o nuevos destinos. Siempre hay un factor que determina una nueva experiencia y aprendizaje. Siempre hay algo que lo hace distinto.   Este viaje me hizo valorar mucho más la familia tan hermosa que tengo. No se imaginan lo mucho que reflexioné al respecto. Fue un viaje también de mucha inspiración y tormenta de ideas, lo cual me encantó. Ya pronto verán un poco los resultados de todo esto.

Por otro lado, y para dejarme de intensidades, este fue el look que usé en ese primer día, primero con wedges para salir por ahí y luego así con flip flops para estar en la piscina un rato. Hacía demasiado calor así que fue un win llevar estas piezas tan livianas. Besis, M.