No es la primera vez que hago esto en esta época, pero sí bajo el nombre de ‘carta’ para ti, diciembre. Tampoco es la primera vez que no lo publico el último día del mes. Aunque esta carta sí empecé a escribirla el 31, pero no pude terminarla. Hoy, sí. O eso espero.

Cada año me siento frente a la computadora a leer los cierre de año desde que abrí este blog: 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019 (que no fue precisamente a finales, sino en enero, como esta vez), 2020 y curiosamente, cerré el 2021 con un mood que no he tenido -o que no me ha ocupado tanto tanto- durante él. Me siento un poco abrumada, ansiosa, preocupada y hasta un poquito decepcionada.

31-dic. Y me he dejado estar así estos días, porque si algo seguí aprendiendo este año es a dejar ser las emociones, porque hasta de las que tachamos como negativas aprendemos. Aún así, no quiero enfocarme en eso, porque no ha sido algo recurrente durante los últimos doce meses. Al contrario, como siempre, el año me dio tanto tanto, que intentando hacer el post cliché de resumen en Instagram, no supe qué hacer con tantas cosas que viví. No caben. Tampoco estoy triste, todo lo contrario, estoy demasiado feliz con respecto a estar en casa con este mood. Paradójico, pero, ¿qué te puedo decir?

Debo empezar diciendo que no esperé, para nada, viajar tanto por Venezuela y mucho menos por trabajo. Te debo ese post, por cierto. El lado B de mi trabajo en Más Ciudadanos y cómo este año viví más que nunca ese deseo de niña de dedicarme a algo que me haga viajar mucho. Nunca pensé que sería ayudando a los demás e intentando ser mejor ciudadana, pero me encanta. 

Tampoco es lo único que me llevó a otros lugares este año, pero, de verdad, me hizo vivir muy de cerca eso de dedicarme a algo que me permita o me haga viajar. Que ya lo había experimentado un poco con Perú en el 2018, pero este 2021, cada mes estaba en un lugar diferente de Venezuela y se sentía demasiado bien. Aunque eso también llevó consigo algunas cuotas de estrés y ansiedad por trabajo. Pero de eso se aprende y para el 2022 voy repotenciada. Quizás no deje de tenerlas, pero serán, sin duda, en mucha menor medida.

En Bloom también aprendimos mucho. Y nos topamos con cosas que no esperábamos y que nos sacaron totalmente de nuestra zona de confort, pero que hoy agradecemos demasiado. Hay mucho por hacer y este 2021 de alguna manera, a pesar de salir de allí también nos mantuvimos al margen de lo que ya teníamos, pero lo bueno es que los procesos no son líneales y seguimos avanzando aunque en algún punto bajemos la velocidad. El 2022 seguro es para revisar eso y ponernos en ritmo.

Lo que más resalto de este año y es una de las cosas que quiero mantener para los próximos fue hacer más de lo que me apasiona y priorizar-me. Esto también es un proceso donde la dirección siempre es adelante aunque a veces vayamos más lento. Y hablo de explotar mi creatividad al máximo en todas las áreas en las que me desenvuelvo y de dar clases. Y escribir mucho. Y de que sigo autocensurandome el descanso o autoflagelandome cuando quiero parar todo y descansar, pero cada vez lo hago menos. Espero que en el 2022 también sea cada vez menos. 

He descubierto que mi energía más baja es esa en la que estoy constantemente juzgandome en cuanto a no cumplir con lo que yo siento que otros esperan de mí. Y que desde allí también juzgo a los demás. Desde esa responsabilidad tóxica. Como he dicho, estoy trabajando en ello para ser cada vez más ‘mi mejor versión’ y poder vivir con más tranquilidad. Así como en otros ‘defectos’ que puedo sanar: el orgullo, la inseguridad, etc.

Tengo mucho que agradecerle al 2021, pero ya no quiero pensar en él para algo más que no sea mejorar lo que no hice tan bien y traer conmigo todo lo que logré para continuarlo. 

Ya es 14 de enero y necesito dejar ir este cierre de ti, diciembre. Gracias por tanto 2021, what a year! 

Todo lo bonito para este 2022, porque como siempre digo: best is -also always- yet to come!